Agradecimiento al ERA de Grado
Cuando hace dos años ingresó nuestra madre María Luisa Rodríguez, recientemente fallecida, en la residencia del ERA en Grado, lo hicimos con una cierta prevención. Temíamos que, como consecuencia de su incipiente deterioro físico debido a su avanzada edad –cercana a los noventa años– y, sobre todo, por su particular personalidad, pese a la buena fama de que estaba precedida esta institución, la convivencia e integración de nuestra progenitora se iba hacer, cuando menos, compleja.
Pronto nuestras dudas se fueron disipando. Con el paso del tiempo pudimos constatar el correcto trabajo realizado, el amable trato y, en definitiva, la excelente profesionalidad de la inmensa mayoría de enfermeras y auxiliares, lo que, sin duda, significó la buenísima atención dispensada a nuestra madre en su etapa final y, consecuentemente, su adaptación que, en principio, se mostraba un tanto dificultosa.
Así pues, es mi deseo y el de mis hermanos expresar nuestra sincera gratitud a la residencia del ERA de Grado, especialmente a sus trabajadores, desde la dirección hasta el último de sus empleados, porque con su capacidad y extraordinaria labor contribuyen a hacer más llevadera esta complicada fase de la vida. Sentimiento que, nos consta, comparten muchas familias con allegados ingresados en este centro.
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