La sanidad pública, un privilegio
El sábado 31 de marzo, sobre las 11 de la mañana, sufrí un infarto practicando deporte. Doy las gracias a la rápida actuación de un gran amigo y familiar del ambulatorio de Nava, de la ambulancia y, por supuesto, al servicio de urgencias. Rápidamente me llevaron al hospital y allí el equipo de cardiología reparó todo el daño que tenía en una arteria. Todo salió perfecto. Por eso desde aquí quiero romper una lanza en favor de los profesionales de la sanidad pública y de la responsabilidad de un trabajo que es muchas veces desagradable.
El Gobierno debería tomar cartas en los asuntos para mejorar las infraestructuras sanitarias, porque de ellos depende mucho nuestra vida.
Por lo tanto, quiero dar las gracias al personal de urgencias de Nava, de Oviedo, a los sanitarios de la ambulancia, al personal de la octava planta del hospital y al personal de coronaria. Son para quitarse el sombrero y no me voy a olvidar nunca de ellos. El equipo de cardiología ha hecho un gran trabajo y espero que esta carta les sirva como un pequeño empujoncito (si es que lo necesitáis) e incluso haciéndolas más agradables. La vida es mejor con vosotros.
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