Salir a la calle

15 de Abril del 2012 - José Manuel Fueyo Méndez (Oviedo)

La primavera la sangre altera y saca a la calle al personal por los motivos más variados, incluso motivos religiosos. Ahí están, por ejemplo, las entrañables procesiones de Semana Santa. Tiene gran mérito ciertamente cargar con esas pesadas imágenes y esos crucificados durante dos, tres y hasta seis horas, pero más mérito tienen aún los cientos de nuevos cirineos que diariamente salen a la calle a ayudar a los crucificados por mor de la enfermedad, la soledad, la pobreza... A la calle salieron también el pasado día 29 miles de personas con motivo de la huelga, que, al parecer, nos costó más de dos mil millones de euros. Uno no pretende sentar cátedra en temas tan discutibles, pero no estamos en el siglo XIX ni en el XX y las huelgas ya no pueden ser lo que eran. Mientras el poder político esté tan subordinado al económico, estaremos sometidos a un monopolio, por mucho que en España se disfrace de duopolio. Mientras el «poder» sindical esté tan subvencionado y domesticado por el político y funcione igualmente como un monopolio disfrazado de duopolio... Mientras los grandes medios de comunicación mamen de ese mismo poder económico... la eficacia de las huelgas será mínima. O se recurre a otras fórmulas para la defensa de derechos y para el logro de otras conquistas sociales o seguiremos asistiendo a «cambios» diseñados para que nada cambie. Además en torno a las huelgas casi nada es lo que parece: los organizadores las convocan de mejor o de peor gana según quién sea el inquilino de la Moncloa; muchos trabajadores que desearían sumarse a la huelga no lo hacen por las abusivas rebajas que ello les supone en sus ingresos; otros no se suman por miedo a perder su puesto de trabajo; muchos que no quieren huelgas se ven obligados a sumarse a ellas a la fuerza, «informados» por los piquetes a base de amenazas y violencia; otros juegan a dos barajas ejerciendo por la mañana de esquiroles y sumándose por la tarde a la «manifa»... ¡Qué se puede esperar de una materia que sigue regulada por un real decreto preconstitucional! Por cierto, la división de opiniones que suelen generar las huelgas en la ciudadanía se puso de manifiesto también en los obispos, pues apareció por un lado el prelado de Ciudad Real condenando la reforma laboral, y, por otro, el cardenal de Madrid y el obispo de Bilbao desmarcándose del comunicado de la JOC y la HOAC, que coincidía, más o menos, con el mensaje del obispo ciudadrealeño. ¡Para que luego digan que no hay pluralidad en la Conferencia Episcopal!

A la calle nos tocaba salir, para votar, el pasado 25-M a andaluces y asturianos, pero la mitad ya no sabe a quién votar y acepta resignadamente lo que decida la otra mitad. Si los que mandan entendiesen el mensaje, emprenderían ipso facto una reforma constitucional para acabar con este absurdo pozo sin fondo de las autonomías (al menos para acabar con 15 de las 17), pero no lo harán, porque el que recorta y «bien» recorta, recorta lo de los demás, no lo suyo. Del resultado andaluz llama la atención que pueda seguir gobernando el PSOE, después de tantos años y tantos casos de corrupción, pero, si los andaluces no ven otra opción mejor... Escribía hace días el apasionado columnista de este diario, Javier Neira, que muchos votantes, «entre un gobernante corrupto que les conserve el puesto de trabajo y uno honrado que lo puede quitar, votan al corrupto». Suena fuerte, pero, por lo que uno ve y oye, es, efectivamente, el razonamiento que se hacen muchos votantes. Y, aunque el planteamiento sea egoísta, es legítimo. En todo caso, no es de recibo que la Hoja Diocesana de Madrid salga a la calle despreciando lo que los andaluces votaron para sí mismos y comparando aquella región con Cuba o con Rusia. Del resultado asturiano lo más interesante es que el nuevo Gobierno va a necesitar el apoyo de un tercer partido.Treinta y tres años de duopolio ya se ve adónde nos llevaron y, por lógica, entre tres siempre se vigilarán mejor unos a otros que entre dos. Servidor diría que lo de menos son las siglas, porque las ideologías ya quedaron aparcadas hace lustros. Por otro lado, ya tenemos, por fin, la llamada ley de Transparencia, con lo cual cabe soñar con que vayan desapareciendo el despilfarro, la corrupción y los chiringuitos. Brotes verdes, que diría Zapatero, que, por cierto, salió hace unos días a la «calle» Venezuela a dar una conferencia y cobró por ello 60.000 euros. ¡Hay que saber dar conferencias, amigo-a!

José Manuel Fueyo Méndez, párroco de Nuestra Señora de Covadonga

Oviedo

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