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Competitividad exterior, colaboración interior

10 de Mayo del 2012 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

A la espera de que este mundo cambie las reglas y la Historia, aceptando que la aparición de los nuevos esclavos mecánicos hacen prescindibles a las gentes como factor de producción, y que, por tanto, con las personas como meros consumidores, el sistema va a necesitar cambios o se suicida. Debemos subirnos a la gran deflagración mundial en marcha para no ser aplastados y ser desahuciados de la Historia.

Para ello asumamos nuestro propio engaño de haber vivido de mentiras que, en Asturias, se traducen en: superpuertos, museos por doquier, múltiples prejubilaciones ostentosas y..., en España, en: aeropuertos y demás. Vivíamos de burbujas, fondos europeos, subvenciones y deudas contraídas con el futuro. Ahora el futuro nos alcanzó, y ni lo aceptamos ni lo sabemos enfrentar. Obviamente, cargados de deudas, debemos dejar de seguir pidiendo prestado y creer que, con nuestra baja competitividad, podemos llegar algún día a pagar el préstamo. Porque, como es obvio, no nos tienen confianza y los intereses nos ahogan ya en el descrédito. No podemos seguir bajando nuestra actividad con un 25% de parados. ¿Que qué queda? Pues me temo que vender fuera mejor que otros para no caer en la inactividad; y eso, les duela o no a empresarios y sindicatos, pasa por reducir beneficios y salarios. Pero eso sí, con la respuesta inmediata de una bajada del precio de los productos realizados bajo amenaza de que la empresa que no baje los precios en similar proporción a los salarios se encontrará con un notable boicot social y laboral que la destruirá. A partir de ahí: buscar las vías para recuperar la competitividad industrial y las ventas en el exterior. Debemos despertar y asumir que este mundo es depredador aunque se deba humanizar. [Para codicia y depredación la de los que quieren vivir de prestado y del trabajo de otros sin pagar consecuencias]. La más importante vía para la competitividad es el conocimiento, y ese conocimiento pasa por el I+D+i; sobre todo, por el «aprendizaje permanente» de las personas para conformar buenos equipos de trabajo en las empresas; sin esa investigación, desarrollo, e innovación permanente del conocimiento, no hay competitividad ni futuro. No es cambiar el sistema, es adaptarlo a la verdad y a la libertad de las personas a través del bien común. El problema pasa a ser el de: ¿cómo elevar el conocimiento de nuestras gentes y trabajadores antes de que los conocimientos de nuestras más preclaras mentes abandonen el país?

Para que comprendan qué tipo de esfuerzo debemos hacer, repasemos los datos del informe PISA de 2009 y comparemos situaciones. Compresión lectora: en primer lugar Shanghai (China) 536 puntos; en 34.º lugar España con 481 puntos [media 493]. Matemáticas: en primer lugar Shanghai (China) 600 puntos; en 36.º lugar España 483 puntos [media 496]. Ciencias: en primer lugar Shanghai (China) 575 puntos; en 34.º lugar España con 488 [media 501]. ¡Señores!, estando por debajo de la media no vamos a ninguna parte y no invirtiendo en «aprendizaje permanente» y en I+D+i no se sube la media de un país en conocimientos para hacerlo competitivo. [Postgrados de tipo ocupación y específico para los más meritorios, y gratuitos. No más tontos bien, sino inteligentes útiles. Las pruebas de selección deben ser más importantes que las evaluaciones finales. Que éstas ya las hará la búsqueda de la ocupación posterior].

Por tanto, nos compete ser más eficaces y activos mediante el «aprendizaje permanente». Nada de convenios colectivos sectoriales, ni chanchullos formativos, sino empresa por empresa y con centros propios de la Administración, con sus funcionarios y cursos por ocupaciones, o específicos para la especialización en tecnologías: postgrados de todos los grados. Si no aprendemos, y cambiamos, no hay futuro aquí.

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