Penitencia, ayuno y abstinencia
He aquí lo que comprende y significa la Semana Santa, que ya es pasado e historia. Pero en lo cristiano y religioso, porque en otro sentido seguimos penitenciando con la puñetera crisis, un ayuno que es necesidad y hasta hambre en tantos hogares y una abstinencia de muchas cosas tan necesarias en el cotidiano vivir. Un mal vivir, diríamos mejor, angustioso y desesperado, desgarrado, pero para los penitentes y sufridos ciudadanos. Los sayones, escribas y fariseos, y los que la política y económicamente nos llevan por este calvario de pena y dolor, para ellos no hay ayuno ni abstinencia, sino todo lo contrario. Los susodichos son los triunfadores del imperio democrático y constitucional que imponen sus leyes, inflexibles y drásticas, a golpe de decreto, recorte y tijeretazo, y el flagelado ciudadano, al carajo. Y el ciudadano es el que lleva la pesada cruz en este vía crucis de crisis y recesión.
Los Herodes de turno, primero un socialista y ahora un popular –impopulares ambos–nos están llevando por un camino que es un verdadero calvario de dolor y sufrimiento, que para muchos es ya el mismo Gólgota. Cada uno lleva a cuestas, penosamente, su cruz, la cruz del paro o el despido, sin encontrar un Cirineo que los ayude a llevar el pesado madero del Inem. Y en tantos casos, además, sufriendo los latigazos del desprecio y la necesidad que, dicho sea una vez más, es hambre en miles y miles de hogares de esta politizada Galilea carpetovetónica. Mientras tanto, sus excelencias y señorías, al aire y socaire de sus respectivas ideologías, siguen dándose leña en su feroz lucha dialéctica por sus intereses políticos y de partido –el calvario que arrastra el pueblo, desperrado y con millones de parados, no parece importarles lo más mínimo–, el poder y lo que puede haber detrás de él.
Sí, ambición de poder y de Gobierno, intereses particulares, ideológicos o de partido, que priman sobre todo lo demás. Los tribunos del imperio, los que dicen representar al pueblo, excelencias y señorías, son los mayores responsables del vía crucis económico y político que arrastran los ciudadanos de esta decante Roma hispánica. ¡Qué tropa de políticos tiene!
Bueno, Señor, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Ricardo Luis Arias
Aller
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