Mala pata

27 de Abril del 2012 - Ramón Alonso Nieda (Arriondas)

Que los funcionarios se vayan olvidando del periódico y del cafelito; apenas un tal Beteta acababa de salir del anonimato irrumpiendo en los medios con esta frase conminatoria cuando el Primer Funcionario del Reino se va a tomar su cafelito nada menos que a Botsuana. Ahora bien, o el funcionario se tomó la libertad por su mano y, en ese caso, lo tendrían que expedientar por abandono de servicio, o fue el propio Gobierno quien le autorizó indebidamente a abandonar sus funciones cuando más necesarias parecen. Es poco decir que el episodio no tiene nada de ejemplar, cuando precisamente la ejemplaridad es la primera función real que se le pide a la Corona (y poco más se le pide).

Preocupante esta insistencia reciente de la Familia Real en aparecer en pantalla exclusivamente por default; como si hubiese entrado en la dinámica de los agujeros que, según el cáustico Quevedo, crecen por sustracción. En ningún caso el jefe del Estado puede salir del territorio sin la aprobación del Ejecutivo. Cuando el Rey todavía era rubio, si le apetecía echarse una canita al aire, los gobiernos socialistas hacían la vista gorda con las escapadas reales; aunque luego Felipe, siempre tan leal, se chivaba (por eso lo sabemos). Ahora la transparencia informativa nos la dan las radiografías, ya que de las andanzas reales nos vamos enterando por los huesos que Su Majestad se rompe. Dicen que los elefantes de Botsuana no están en vías de extinción; será verdad. No se puede decir lo mismo de las monarquías europeas, que esas sí lo están, y si ellas mismas no se cuidan, poco se puede hacer por ellas.

Dicen que el Rey está deseoso de reanudar sus actividades. ¿Las cinegéticas o las mayestáticas? Mejor sería que siga quieto. En un país donde casi todo el mundo se jubila antes de los 65, resulta incongruente que al Rey se le mantenga en activo con 74 tacos. Como soñar no cuesta nada, podemos imaginar que lo más funcional, lo más discreto y hasta lo más barato sería que, aprovechando la jubilación real, las residuales funciones de representación de la Jefatura del Estado las asumiera el presidente del Gobierno; éste sería elegido cada cuatro años por el procedimiento actual. Bastaría con una cirugía apenas invasiva en el tejido de la Constitución; la operación formaría parte de una poda (imperiosamente necesaria) en la fronda del Estado, que incluiría la supresión del Senado y de las diputaciones y la fusión de ayuntamientos. Quién conoce el nombre del presidente de Portugal, de Italia, de Alemania o de Austria; en cambio todos sabemos quién manda en Francia y en EE UU, países en los que el jefe del Estado es al mismo tiempo presidente del Gobierno.

En el plano meramente humano, puede entenderse esa idea fija del Rey con cazar elefantes ya que, según dicen, hay uno que le persigue hasta en sueños: el fabuloso elefante blanco del 23-F. Viviendo frente a los montes de Olicio donde un oso acabó con Favila, uno se siente tentado a pensar que un elefante vino a acabar con el reinado de don Juan Carlos, que ya no pronunciará el próximo mensaje de Nochebuena. Todo sea dicho con el debido respeto y sin ningún ánimo de revancha, pues tan obvio como que no es la primera vez que don Juan Carlos mete la pata lo es que tiene en su hoja de servicio importantes contribuciones a la viabilidad de esta empresa llamada España. Pero sintiéndolo mucho, pienso que el Rey, por mucho que lo sienta, ya llega con retraso para retirarse a tiempo. Los ciudadanos se pueden clasificar en monárquicos, republicanos y cortesanos. Los cortesanos comentan que el Primer Funcionario, que se había quedado de guardia durante la Semana Santa, estaba en Botsuana disfrutando los moscosos.

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