¿Misoginia?

24 de Abril del 2012 - Susan D. Rivera (Albuquerque, New Mexico EE.UU)

En su artículo «Mía o de nadie» publicado en este periódico el 15 de abril y que aparece ahora en su blog (http://cafearcadia.blogspot.com/), José Luis García Martín acierta en que la historia de la fallida Fundación Ángel González es triste, en el inmenso aprecio (yo añadiría gran cariño) que Ángel le tenía a Manuel Lombardero, y en que no le interesaba en lo más mínimo una fundación con su nombre. Lo demás no tiene nada que ver con la realidad. Yo no me he enfrentado a ningún amigo de Ángel; Manuel Lombardero, Antonio Masip y sobre todo Luis García Montero, los patronos fundadores, se enfrentaron a mí y me calumniaron cuando expresé mi opinión de que el primer paso debía ser consolidar la fundación y garantizarla jurídica y económicamente. Todo lo ocurrido se encuentra en este enlace en tres comentarios míos: http://criticadepoesia.blogspot.com/2011/09/luis-garcia-montero-un-invierno-propio.html. Lo resumo muy brevemente: en vez de molestarse en crear un centro vivo intentaron dejarlo todo en una biblioteca, hacerla pasar por una fundación y exigir la dotación de 40.000 euros, que, además, la ley de Fundaciones permite aportar con bienes, o sea, me estaban cobrando doblemente por donar el legado del poeta; lo que yo les iba a regalar superaba esa cifra con creces. Me imagino que lo que les interesaba era jugar a ser patronos cual Sancho Panza en su Ínsula de Barataria. A esas fundaciones fantasma José Manuel Caballero Bonald las llama fundiciones. La única que ha intentado llegar a una solución civilizada he sido yo: Rivera concluye con una invitación al diálogo: «Me presto a cualquier conversación pública con todos los implicados, me parece incluso necesario para aclarar este asunto y determinar definitivamente si el proyecto es viable, eso es lo que se tenía que haber hecho desde el principio». http://www.elcomercio.es/v/20110524/cultura/universidad-nuevo-mexico-interesa-20110524.html. Ninguno me ha hecho caso.

En los últimos años me he visto obligada a emplear algo de mi tiempo en defenderme de las muchas calumnias que se han vertido sobre mi persona y que distorsionan la de Ángel, como estoy haciendo ahora mismo, pero el resto lo dedico a ordenar su legado para donarlo, preferiblemente a Oviedo, e intentar que se respete su memoria, en esto último no estoy teniendo mucha suerte.

Yo no soy responsable de lo que haga Manuel Lombardero con su biblioteca. Podría levantar su propia fundación de la misma manera que esperaba que se levantara la de su amigo muerto: lleva un formulario al registro de fundaciones y paga 40.000 euros para que coloquen sus libros en el Archivo Histórico, y ya está. No hay que preocuparse de directores o gestores, ni de subvenciones o patrocinadores, infraestructuras, planes de acción o actividades Y acatar la ley de Fundaciones, ¿para qué? Según Antonio Masip, el activo principal de la fundación de Ángel debía ser la biblioteca de Lombardero, si eso es lo que quieren me parece más normal que la levante el propio Lombardero y que lleve su nombre; a lo mejor lo que le estaban cobrando a Ángel González era el uso del suyo para que tuviera más repercusión.

Ángel decía que los mentirosos y los iracundos sólo se complican más la vida, primero mienten y luego se tienen que desmentir, se enfadan y luego se tienen que desenfadar. Es el caso en esta lamentable historia, pues, muy a mi pesar, cada calumnia aleja un poco más el legado de Ángel González de Oviedo, porque ahora, si quieren sus libros (no era bibliófilo) y recuerdos, que yo les regalaría gustosamente, primero se tiene que contar, y muy públicamente, toda la verdad.

Ángel González nunca quiso a nadie como a un hijo, no quiso tenerlos. A Luis García Montero lo apreciaba como al buen amigo que parecía ser; yo también, y mucho. Irónicamente, Ángel quería que yo tuviera amigos de mi edad para cuando él desapareciera. Al querer ser más de lo que era va a acabar siendo lo peor, un amigo-enemigo. Es triste que José Luis García Martín prefiera intentar defender lo indefendible en vez de colaborar para conseguir el legado de Ángel González para Asturias; lo siento por él. No soy yo la primera viuda vituperada. ¿Habrá algo de paternalismo o misoginia en todo esto? Están todos a tiempo de rectificar si quieren ser fieles, como yo, a Ángel González.

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