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Quiñones el Deseado

26 de Abril del 2012 - Francisco M Domínguez Menéndez (Avilés)

Hace años que se veía venir: los ayuntamientos y comunidades autónomas se llevaron por delante los presupuestos de un lustro pero sin haberlo recaudado previamente. Uno se pregunta si la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera de las Administraciones Públicas acabará con este problema tan arraigado en la cultura política española.

Crédito o anticipo multimillonario de pequeños empresarios que, por lo visto, fueron quienes subvencionaron a los manirrotos oficiales, autodenominados servidores públicos -hay que tener cara-. Son los damnificados por todo ese arsenal de facturas impagadas y que ahora nuestro barbudo Presidente corre a hacer efectivas espoleado por la catarata de reclamaciones, algunas como las farmacéuticas con amenaza de cierre en el servicio, y, sobretodo, por la incredulidad en nuestro sistema económico de esos entes perversos: los mercados financieros. Deidades malignas que nadie vio pero que todo el mundo teme por sus efectos secundarios en forma de intereses que, como si de un tornado se tratase, te succionan hasta el alma llevándose consigo la sanidad, el sistema educativo y el Ministerio de Fomento. Es como si Rajoy juntara todas las facturas impagadas y se las ofreciera a los mercados a cambio de dinamitar los pilares del estado social con reformas laborales, medicamentazos, deterioros en la enseñanza e investigación y un largo etcétera de recortes que no sabemos cuando concluirán. La dosis viene siendo administrada con un sobresalto diario, como las píldoras del colesterol.

Al final de esta fiesta, como ocurre con todas, es el contribuyente, quién sino, el que ha de pagar la vajilla rota causada por las innumerables alegrías en el gasto y las meteduras de zapato, como aquel plan E que junto a otras torpezas ahora sirven a la derecha para explicar, bajo el indestructible paraguas de la mala herencia recibida, todos los recortes sociales proyectados por el Gobierno de Rajoy. Hasta hubo quien justificó por este procedimiento, el de la mala herencia recibida, la reciente expropiación en Argentina de la petrolera Repsol-YPF. Lo que sería bueno conocer, para recompensarlo en las próximas elecciones, es cuántas de estas facturas no abonadas corresponden al cebo electoral.

El caso es que seguimos sin aprender de los errores. Después de ver cómo se las gasta el gallego, parece lógico y hasta exigible que los ayuntamientos y comunidades desarrollen estrategias de ahorro que frenen el desmantelamiento de los servicios públicos. Una de ellas, por tener la virtud del ahorro y no afectar a la calidad de los servicios, sería la fusión de municipios. Pero claro, con los intereses políticos hemos topado. En la comarca de Avilés, sin ir más allá, el PP de Castrillón se encuentra dividido entre los que sí aprecian en la nueva estructura territorial una gran fuente de ahorro y el señor Quiñones, presidente de su junta local con aspiraciones a la alcaldía, que ve en la medida una quiebra de sus intereses.

La pérdida de influencia de Castrillón es una de las consideraciones aducidas por quienes son contrarios a la fusión, sin tan siquiera contar con la opinión ciudadana ni entrar en conversaciones con el Ayuntamiento de Avilés para relativizar el desequilibrio de fuerzas. El caso es conservar el estatus político y marear la perdiz con consorcios y mancomunidades ruinosas que todos sabemos cómo terminan.

Pues nada Quiñones, sigamos sin curar al enfermo hasta que éste palme. Pero hombre de Dios, si con un poco de astucia hasta podrías ser alcalde de Avilés. Al señor Aréstegui, personaje nada querido en la villa del Adelantado, le quedan cinco minutos para dejar el cargo y tú podrías ser su sustituto, con muchas opciones de acceder a la dignidad de máxima autoridad local propiciadas por el lógico desgaste de tantos años de gobierno socialista. Piénsalo bien, podrías pasar a la pequeña historia local como Quiñones el Deseado pero con mejor prensa que el monarca del mismo sobrenombre, aunque esto dependería exclusivamente de tú savoir faire.

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