La Nueva España » Cartas de los lectores » Tribuna » Sobre del perdón del Rey

Sobre del perdón del Rey

9 de Mayo del 2012 - Pedro Bengoechea Garín

Subtítulo:Lo que va del arrepentimiento al propósito de la enmienda

Recientemente el Jefe de Estado español, en un gesto insólito, pedía perdón o daba las disculpas a los españoles por participar en una inoportuna cacería. Lo sorprendente del caso no fue ver a todo un monarca compungido –expresión que le honra–, sino comprobar cómo sus súbditos se debatían en cuestiones tan bizantinas como si el perdón es igual o no a la disculpa. Salvo las diferenciaciones semánticas entre ambos vocablos que puede establecer algún fino escrutador en filología, no es la cuestión que interesa. Más provechoso será sacar alguna moraleja del arrepentimiento y el propósito de la enmienda mostrados, dos condiciones para obtener el perdón. Sólo ello nos conducirá a hablar del perdón, de su naturaleza, sus cualidades, de la necesidad que tenemos de pedir perdón como de perdonar. Hoy difícilmente se pide perdón ni se perdona, porque casi nadie se siente ofensor y no concibe la ofensa; ni tampoco se acude al perdón para poder restañar las heridas, puesto que tenemos más a mano la venganza, la ira y el castigo. Con ello, ni en un caso ni en otro, permitimos se deje de verter la sangre de la herida abierta. Por lo tanto, para cerrarla del todo y curarla, sólo disponemos del perdón y no de la justicia.

La mera justicia a veces resulta imposible, tampoco soluciona, ni restituye del todo el daño infligido. Precisamente allá donde la justicia no cubre del todo, en ese espacio tiene lugar el perdón. Recordemos lo que decía Santo Tomás de Aquino: «La justicia sin la misericordia es crueldad». Igualmente es sabido que todo perdón implica previamente un mal, un daño, al conjunto de nuestro ser o de nuestra vida, pero impide reaccionar, re-actuar, según el principio del talión. El odio provoca la violencia y la violencia conduce al odio. Sólo con el perdón se detiene que la reacción en cadena siga su curso. Afrontar los contratiempos, el mismo sufrimiento, de manera adecuada nos encamina hacia el verdadero perdón, que no es precisamente cerrar los ojos o negar el mal, sino en aceptar una serie de exigencias que conlleva la acción de perdonar. Exigencias como: considerar la dignidad del ofensor no identificando y confundiendo la obra con el autor que la realizó; no juzgarle ni devaluarle; abortar desde el inicio todo intento de venganza, odio o resentimiento que intoxican la persona que se deja sucumbir a ellos. Hay que evitar gastar nuestras energías en enfados, recelos, rencores, o desesperación, que conducen a la autodestrucción.

En el haber del perdón, en cambio, figuran el amor al ofensor, el reconocimiento a que, pese a los fallos, uno siempre es capaz de hacer el bien, de cambiar, transformarse y evolucionar. Perdonar significa amar, creer, esperar, ser generoso con el otro, cualidades que no se improvisan, ni son solo fruto del esfuerzo personal, requieren de la ayuda de lo alto. Sólo así entendemos lo que es el verdadero perdón, lo que es pedir y conceder el perdón. Realmente algo muy serio pero, al mismo tiempo, sublime. Es de esperar que tanto el perdón que solicitó el Rey al pueblo español como el que éste le concedió a su soberano haya sido el perdón de las características explicadas.

Cartas

Número de cartas: 45208

Número de cartas en Mayo: 50

Tribunas

Número de tribunas: 2040

Número de tribunas en Mayo: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador