En defensa de la profesionalidad de una matrona
Ya casi va a hacer un año de que mi segundo hijo decidiera nacer unos días antes de la fecha prevista y en lugar distinto al del seguimiento del embarazo. El Hospital del Oriente de Asturias nos acogió con los brazos abiertos y permitió su llegada al mundo de una forma totalmente respetada y arropada por un equipo de profesionales de «los de quitarse el sombrero», encabezados por la matrona que me recibió y acompañó en todo momento.
Precisamente la misma que, según leo en la prensa en estos días de abril, está pendiente de que se dicte sentencia (deseo de corazón que sea a su favor) derivada de la denuncia en vía penal interpuesta por una paciente por lesiones leves derivadas de imprudencia en sus funciones.
Y no salgo de mi asombro, porque la situación me parece surrealista e inverosímil; difícil (sino imposible) de probar y que deja en entredicho su valía como profesional. Espero que pronto se haga justicia y todo quede en una anécdota sin mayor consecuencia que los días de disgusto y sufrimiento (¡que ya bastante es!) por esta situación en la que se ha visto inmersa de forma inmerecida totalmente.
Me consta que no sólo yo tengo buenas palabras sobre su forma de trabajar. Hijos de conocidos han tenido la suerte de nacer con su ayuda y sólo escucho referencias inmejorables sobre su profesionalidad y forma de trabajar.
Yo, desde la estancia en el hospital, además de paciente, me convertí en amiga de mi matrona y cada vez que tengo ocasión le reitero lo agradecida que le estoy, pues el nacimiento de mi hijo mayor fue casi una pesadilla que prefiero olvidar respecto al trato recibido en otro hospital asturiano... Y en esta ocasión, yo me sentí especial, no era un número más, se me trataba con cercanía, con amabilidad y buen hacer, aunque ella siempre me dice que es su forma habitual de trabajar. Y la creo.
Amiga, ánimo: que no te quepa la menor duda de que eres una profesional de los pies a la cabeza, que tienes una profesión preciosa que quieres, que disfrutas y que desempeñas con verdadera vocación, habilidad y buenas maneras y, eso nada ni nadie lo va a poder empañar. Además (y no menos importante) eres una buenísima persona, de las que quedan pocas. Te deseo toda la suerte del mundo. Te la mereces.
Blanca Prada Blanco, Oviedo
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