Tras la Semana Santa, el turismo al paso
"A pesar de que las circunstancias no sean las más favorables, el turismo posee importantes reservas de respuesta, porque es una industria sólida y porque siempre se ha caracterizado por su capacidad de adaptación al cambio".
(Del quincenal "IH", año 2002)
Después de haber escuchado y leído opiniones diversas acerca de los resultados turísticos que podría arrojar la pasada Semana Santa en las distintas localidades de Asturias, emitidas tanto por colectivos profesionales como por dirigentes institucionales, lo cierto es que han resultado bastante aceptables en términos generales, algo que no ha cogido por sorpresa a quienes desde hace años vienen siguiendo, con una actitud de rigor apreciativo y con la información más adecuada, la marcha del movimiento de viajeros.
A la vista de lo sucedido no resulta difícil extraer a bote pronto ciertas consideraciones de valor a medio plazo, pero que, a modo de comienzo, pueden resumirse en sólo dos, sin perjuicio de que se les añadan otras renglones adelante.
Una. Que el turismo se ha convertido quizás en la manifestación más contundente de la sociedad del ocio, a la que no están dispuestos a renunciar los ciudadanos de hoy, que encuentran en ella una vía de escape a la tensión que les agobia.
Dos. Que el desplazamiento de las gentes de un lugar a otro, en busca del sosiego reparador y/o de la diversión relajante, permanece sujeto a los vaivenes de la economía, que en cada caso influye de manera positiva o al revés en su desarrollo.
Ambas forman una premisa con rasgos indelebles, sobre todo en el momento presente de recesión del sector, que conviene tener muy en cuenta, aparte de por las sugerencias que contiene, también por las esperanzas que deja entrever.
Tal situación no está pasando afortundamente desapercibida en nuestro país, donde el turismo viene manifestándose desde hace varios lustros como una industria de primer orden que mantiene todavía más de millón y medio de puestos de trabajo, la cual atraviesa ahora por un período de crisis preocupante, que demanda con apremio la atención seria y el esfuerzo aunado de todos los entes que la sostienen, si de verdad se quiere evitar su desplome en los próximos años, según algunos vaticinios nada fuera de lugar.
El sector viene constituyendo en nuestro país, desde hace varios lustros, una industria fundamental que mantiene más de un millón y medio de empleos
La industria del turismo demanda con apremio la atención seria y el esfuerzo aunado de todos si de verdad se quiere evitar su desplome en los próximo años
De aquí el que desde distintos observatorios se estén elaborando ya estudios al respecto, que no estaría de sobra que encontraran apoyo en un informe del Foro Mundial Económico de 2008, donde, al exponer el lastre que arrastra la actividad en España, señala:
. La existencia de disparidades en el marco regulatorio, debido a las actuaciones distintas de las comunidades autónomas.
. El incremento de la inseguridad ciudadana como consecuencia de los delitos que cometen sujetos de bandas incontroladas.
. La no aplicación de normas exigentes contra el deterioro del medio ambiente y la expansión del urbanismo masificado.
. El elevado precio de los bienes y los servicios que hacen del nuestro un país en inferioridad de condiciones y competitivas.
Son otras las observaciones que revela el organismo internacional y que, sin duda, no son desconocidas de todos, pero que es preciso transformar en acciones correctoras palpables y sin pérdida de tiempo porque así lo requiere el panorama descrito.
Éste es, al menos, el sentir mayoritario de los expertos en la materia, quienes últimamente prodigan su modo de pensar bien en reuniones profesionales, ora utilizando los medios audiovisuales, bien por medio de otros cauces de concienciación colectiva, convencidos, con toda razón, de que el sector demanda un cambio de modelo, capaz de neutralizar la reducción del gasto medio por turista y el acortamiento de su estancia, elementos causantes de que el balance turístico de la Semana de Pasión no haya sido del todo halagüeño.
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