Juramento de hipócritas

Me rindo Mariano, no puedo más.

Cuando salgo de casa para ir a trabajar he de hundir la cara en los escaparates al cruzarme con mi gente, escondiéndome para no dar explicaciones y evitar así el ridículo que supone mi carencia total de argumentos en nuestra defensa. Me refiero obviamente a los recortes que están en boca de todos y que yo misma no puedo comprender tal y como han sido improvisados.

Si por la siguiente crítica constructiva que me dispongo a exponerte tengo que poner mi carnet a tu disposición, lo haré encantada y con la conciencia tranquila por haber trabajado con el PP hasta ahora. Pero me creo en la leal obligación de decirte que a este paso no conservarás la mayoría absoluta más de los escasos 4 años que faltan para otras urnas. Y no voy a hablarte de la "amnistía fiscal" aunque me produce escalofríos, porque no entiendo apenas de economía salvo la de mi casa.

Lo primero de todo he de decirte desde el antiguo afecto barcelonés que te profeso que colaboré desinteresadamente y lo sigo haciendo en la medida de mis posibilidades horarias para aportar mi modesto granito de arena en lo que yo creía sinceramente que iba a resultar un excelente Gobierno para España, independientemente de los trazados de la temida gobernanta alemana que maneja los hilos de Europa. Ya en "La Razón" se me publicó alguna carta al respecto cuando pertenecía al PP de Barcelona.

En este mismo apreciado foro de LNE resulté insultada por un docente avilesino con descarada misoginia hacia esta servidora (me llamó incluso "bulto sospechoso en la lista del PP local", ahora en frío me río...) , simplemente por defender de sus garras dialécticas a una concejala del PP de Avilés, sin mediar por mi parte insulto previo alguno hacia su... ¿respetable...? persona, sino simplemente por atreverme a llevarle la contraria tal y cómo puede comprobarse en esta apreciada hemeroteca. Y como "no hay bien que por mal no venga", ello me sirvió para tener el honor de ser defendida por un verdadero eminente docente de Arriondas, Ramón Alonso Nieda, a quién aprovecho para enviarle un abrazo.

Bastante antes salí aquí mismo en defensa de Mª Dolores de Cospedal, aludida en una carta titulada "El pita-pita del PP", iniciando una edificante correspondencia con una (sí en este caso) para mí respetable docente ya jubilada, Miren Vilella Arriortúa, a quién echo de menos en esta amable tribuna por sus irónicas y elegantes cartas. Espero que se encuentre bien de salud.

Mi pueril e inmodesta forma de ver las cosas me otorga, habiendo perdido afortunadamente el sentido del ridículo hace mucho tiempo, el impulso de contar a los cuatro vientos cientos de batallitas que podría soltar hasta aburrir a las piedras, todas ellas relacionadas con mi "heroico" historial de defensa del PP.

Pero desgraciadamente la gente de la calle, los vecinos, los amigos, los parientes, los pacientes, la población en general, la que ya no puede acceder tan fácilmente a tí como antes con tanto asesor y tanto escolta, ya no están para tonterías, querido Mariano. Yo estoy convencida de que eres una buena persona y un político decente, como la inmensa mayoría de tus colaboradores directos. Pero no puedo ya poner la mano en el fuego por el criterio ciego o ignorante de la realidad de tus asesores en el tema que domino, conozco y presumo de ejercer: La Sanidad.

Sí se criticaba desde los colectivos sanitarios el nombramiento de las dos anteriores Ministras de Sanidad por no tener formación como profesionales sanitarios, no seré yo ahora quien defienda el discurso atropellado de las últimas medidas y recortes por parte de la Ministra Ana Mato, que no ha contado con una participación mínima de todos los estamentos afectados.

Por ejemplo: ¿Quién puede convencer a los titulares de las oficinas de farmacia del ahorro por copago "equitativo", cuando el despliegue informático necesario va a suponer un desembolso equivalente o superior al ahorro supuesto...? Me refiero a las ingentes partidas para medios informáticos que habrá que destinar a distribuir a los pensionistas por renta de la unidad familiar, y eso sin tener en cuenta la investigación del posible patrimonio oculto de muchos pensionistas, ni la economía sumergida de tanta gente que, simplemente, se apuntará al paro y asunto resuelto el de los fármacos gratis.

Ocho euros representan los víveres de media semana para muchos ancianos, que he visto yo a muchas personas mayores volcando y vaciando monederos para pagar la compra en la caja del supermercado.

Así como también he visto acudir a recoger al centro de salud las recetas de crónicos a alguna chica peruana cuidadora de personas mayores y no asegurada a quien su "señora" le dará los 8 euros mensuales para la farmacia, y luego se irán las dos a tomarse su café con pastas diario de 4 euros por barba en una terraza del centro de la ciudad.

Las desigualdades aumentarán con esta medida, que lejos de equitativa será verdaderamente dramática para mucha gente mayor.

Otro ejemplo: No seré yo la que niegue la asistencia sanitaria a una persona de origen africano (por ejemplo) y sin papeles que venga a urgencias a buscar una medicación "no urgente" pero sí necesaria, porque hasta ahora se le dispensaba un tratamiento mensual para mantener a raya su enfermedad crónica.

Podriáis consultar por ejemplo a mis dos anteriores jefas y sin embargo amigas, ambas Gerentes de Atención Primaria en Avilés, la primera destituida por el anterior Consejero de Sanidad por hacer partícipes a los avilesinos de la potencial unificación de la Atención Continuada en dos únicos centros. Y la segunda, artífice junto con su equipo directivo de la definitiva puesta en marcha de dicho sistema, que funciona adecuadamente con un ahorro significativo y sin haber sacrificado puestos de trabajo sanitarios por ahora. Yo misma me ofrezco junto con muchos de mis compañeros a daros ideas de cómo se puede ahorrar en Sanidad, aunque seguro que muchos de tus asesores no estarán por la labor.

Auguro a los servicios de Urgencias un verdadero "efecto llamada" de los pacientes sin papeles cuando comprueben que sólo serán atendidos de esta forma, volcando en los profesionales que trabajamos en este ámbito la única responsabilidad de las decisiones al respecto, cuando en mi opinión ha de ser el Ministerio del Interior el que habrá de ser dotado de más medios y funcionarios de Extranjería para regular y en cada caso legalizar o deportar a las personas llegadas por distintos movimientos migratorios. Pero una vez aquí no se puede ni debe dejarles padecer enfermedades crónicas sin tratamiento por cuestiones humanitarias.

Sí ésto sigue así, sería yo la que me podría ver delante de Su Señoría el juez acusada de no haber prestado la debida atención médica a un enfermo, sea agudo o crónico, si no le dispenso la medicación que precise para el tratamiento de su patología. Juro por Hipócrates que antes de llegar a tal aberración pediré que me descuenten de la nómina el precio de dichos fármacos.

Porque sobre todo, habré de vérmelas conmigo misma, con mi honor y mi conciencia.