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El neoliberalismo y el sufrimiento

6 de Mayo del 2012 - José Luis Lafuente Suárez (Oviedo)

Por medio del presente me gustaría realizar una serie de matizaciones críticas al manifiesto firmado por el sacerdote don Alberto Torga y Llamedo en representación del Foro de Cristiano, publicado en LNE el 1 de mayo de 2012, dentro del respeto a las ideas ajenas, pero dentro también (al menos eso espero) de los principios de la doctrinal social católica (no de la pretendida), concentrada en la coincidencia en lo fundamental y libertad en lo demás.

Dicho esto, me gustaría en primer lugar que el Foro, yo mismo y todas las personas nos aplicásemos la moraleja de una historieta que contaba un tío mío: en un convento de frailes llega al cenobio uno de ellos y les dice a los demás: dice el Prior que bajemos al huerto y cavéis, y que después subamos y comamos: es muy fácil encontrar un culpable en los otros, en el neoliberalismo en este caso, pero, con toda mi ingenuidad pregunto: ¿dónde estaban Vds. y los sindicatos, por ejemplo cuando hace cuatro meses el gobierno con minúsculas que nos regía llegaba a los 5 millones de parados en una situación de crisis que hasta entonces se había resistido a reconocer? Que mentía, vaya...

La mención de entrada la realiza al 1.º de mayo. En la misma de menos una referencia, la cristiana celebración de S. José Obrero. En seguida cita la reforma laboral y creo que la referencia que realiza es, como poco, equivocada, pues no se legisla con ninguna idea torticera de recorte de derechos sino sencillamente de adaptar las normas laborales coyunturales a la situación de crisis real existente, buscando que las pequeñas empresas privadas recordemos que el 99,23% de ellas tienen menos de 50 trabajadores, puedan mantenerse y no cerrar por atender reivindicaciones fundamentalmente económicas no ajustadas a la realidad. Pues si cierra la empresa, ¿qué sucede con los trabajadores?

El problema no está en las políticas liberales. Está en la crisis de valores que vivimos, en la mentira que se ha instalado en nuestra sociedad y que lleva a la ignorancia del hombre como sujeto principal, no sólo de la economía sino de cualquier actividad social que ha de buscar el desarrollo humano integral al que se refería la Populorum progressio, y que el Papa actual conecta con aquel en la Caritas in veritate: (8) ... La fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad que es la única garantía de libertad... Y de acuerdo con ello, la doctrina social está al servicio de la verdad que libera. Esta es la misión de la Iglesia, que por cierto somos todos los católicos, en lo que se ha de estar de acuerdo y no el aportar instrumentos o soluciones técnicas para los problemas en lo que pueden producirse diferencias.

Las ideas (¿soluciones?) que el manifiesto apunta van, repito, dicho con todo el respeto del mundo, en una línea de tópicos marxistizantes dirigidos contra los bancos, los ricos, los partidos políticos y el origen de la crisis económica. ¿Solamente en la especulación financiera?, ¿no han existido políticas de despilfarro falsamente sociales que rezuman, a mi entender, una retórica castrista-sandinista-bolivariana-evomoralista-kitchnerista-peronista del pueblo, los buenos, los malos y al fin, nosotros y ellos?

Abordo finalmente tres puntos concretos del manifiesto: el 10.- ¿Recibe la Iglesia aportaciones de los bancos? Me temo que existe una confusión con el punto anterior (9) relativo a los partidos políticos... La Iglesia católica tiene establecido un sistema de autofinanciación a través de la crucecita en el IRPF. ¿Por qué no fijar ese sistema también para los partidos políticos y los sindicatos?

El 7.- ¿De verdad creen ustedes que el Estado lo que debe hacer es ingresar más? ¿Para crecer más y entregárselo a los entramados actuales de partidos, asociaciones, ONGs, sindicatos, instituciones y demás que proliferan vivienda de la subvención y el dinero público? Ven, en esto sí se puede discrepar. No, yo prefiero que el Estado reciba los impuestos justos, que no tiene por qué ser progresivos puesto que ello conlleva la desincentivación del trabajo como ha demostrado el fracaso de las políticas socialdemócratas en los países del norte de Europa y que rija el principio de subsidiariedad, que intervenga sólo y cuando lo tenga que hacer y en defecto de iniciativa privada.

Y finalmente el 9.- Los católicos, no sólo la jerarquía de la Iglesia, estamos obligados a realizar la función de denuncia, pero sobre todo de evangelización, tal como expresa Benedicto XVI en la precitada encíclica Caritas in veritate (15 in fine), del que forma parte... El testimonio de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo...

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