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Paseando por el tiempo

13 de Mayo del 2012 - Manuel Abad Alonso (Oviedo)

Desde 1939, vivo en Oviedo. Durante los primeros años a la calle de San Bernabé la llamaban la pequeña Echegaray por su ambiente de bares.

Es una calle pequeña en el recorrido, tiene un sabor de alegría de bares, había por un lado de la calle, los bares Los González, Gayoso, después Marchica, La Campana y el Manantial; por la otra acera el bar Asturias, bar Gonez y la Parra, que años después pasaron a tener otros nombres y dueños, y algunos desaparecieron.

Como la calle es corta, tiene ese encanto de ir de bar en bar y hacer el recorrido. Recuerdo al médico Arturo Buylla (conocido en la tertulia como Arturo bigotes), llevaba una escolta de personas que lo acompañaban en el recorrido. Él me decía en la tertulia, es la Guardia Pretoriana, en broma.

Hoy vivo en dos barrios que alterno, uno en la llamada Ciudad Naranco, casa en Tito Bustillo. En ese borde del edificio están las cafeterías Cadillac, El Neo y el Rocío de Daniel un hombre trabajador y amable, serio y muy servicial; en la otra acera está el Bariloche, donde tienen un menú diario muy variado y barato, que en estos tiempos de crisis es muy interesante.

El otro barrio donde tengo otra morada (es de una hija), alterno en el pernoctar los días de cada semana. En la avenida de Torrelavega paro para charlar en un bar –Cuatro Cosines–, allí me encuentro con un amigo, nos atiende la simpática y guapa mujer que regenta el Cuatro Cosines: tiene un nombre de nuestra historia –Agustina de Aragón–. Con su marido, un gran conversador, puedes pasar las horas hablando de lo divino y lo humano.

Cité bares de Tito Bustillo (son a los que asisto, alternando en unos y otros, ya que son los que frecuento, con la sola excepción del café Neo).

Hoy los barrios de Oviedo no se diferencian en nada del centro de la ciudad, las calles son limpias y cuidadas al igual que el centro, los edificios son magníficos (casi todos nuevos), las hermosas farolas del alumbrado de cuatro brazos y uno central son iguales en toda la ciudad, no hay diferencia con el centro. Todo es igual.

Puedes pasear por cualquier lugar de la estupenda Vetusta, fue noble, invicta, y buena ciudad y como Esteban Greciet titula su novela «La ciudad indómita», de Oviedo.

Del Oviedo de ayer al de hoy hay una gran diferencia: el de ayer era pequeño y, al decir de las gentes, «muy señorial». El de hoy no es grande ni pequeño, tiene de todo, y lo más principal, el centro es peatonal, da gusto pasear.

Podría estar hablando de las delicias y cualidades de esta ciudad pero para hablar largo y tendido de la ciudad tenía dos grandes diarios, uno muy importante –LA NUEVA ESPAÑA– y el otro por desgracia, dan la noticia triste de que se cierra –«La Voz de Asturias»–, periódico de muchos años, poniendo al día las noticias, creo que es una gran pérdida para la información de Asturias, una voz menos que los asturianos tendremos.

En una calle del centro está la representación de un periódico con tradición de años ha. Es «El Comercio» de la otra gran ciudad, donde son rivales en el fútbol, Oviedo y Gijón.

Cuando era chaval, «Los Cuatro Ases» de la canción asturiana, Cuchichi, Botón, Miranda y Claverol, cantaban esto; «Para ser buen asturiano,/ hay que nacer en Gijón,/ que si naces en Oviedo,/ serás un mal carbayón». Pero también cantaban la réplica a la canción. «Para ser buen asturiano,/ ni en Oviedo ni en Gijón,/ en la cuenca minera, Mieres, Sama y La Felguera,/ donde pican el carbón».

Así Asturias del alma son en Oviedo capital, Gijón, Avilés y las cuencas mineras que otrora, así eran Mieres, Sama y La Felguera, completan el pabellón de esta brava región, junto con las bellas y espléndidas villas de la costa asturiana, que siempre mirando al mar emigró en un tiempo allende los mares, siendo su principal destino las Américas de Colón. Así España extendió su lengua y sus costumbres, que la harán inmortal por mucho que la quieran cambiar. La lengua española es una de las más importantes por el número de hablantes.

Por muchas ciudades de España y del extranjero que paseé, y por ninguna sentí esa sensación de tener esa alegría que tienen las ciudades en las que sientes encontrarte bien, porque no todas las ciudades tienen un centro peatonal como lo tiene esta Vetusta ciudad de Oviedo.

A los que nunca hayan estado en Oviedo, que la visiten por muchas razones, encontrarán muy agradable pasear por sus calles peatonales. En Oviedo también hay monumentos, como San Miguel de Lillo y Santa María del Naranco, del siglo VIII, tiene catedral que la diferencia de otras, tiene una sola torre que la hace distinta a las demás.

Cuando terminen el paseo, pueden comer, cosas que esta Asturias tiene de gastronomía, tiene de todo y muy especial, no es sólo la fabada tan tradicional, la variedad de platos de la mar y de la tierra, es muy extensa.

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