A la memoria de Enedina Roces, pintora
Me gustaría rendir un homenaje póstumo a una gran mujer asturiana. Enedina Roces era una persona muy difícil de definir, era tan diferente... Era creativa, autodidacta, una gran trabajadora del arte. Empezó muy tarde a pintar, pero pareciera que llevaba en su interior una fuerza increíble. De sus pinceles salían cosas sorprendentes, figuras y personajes increíbles, que sólo una mente muy especial podría imaginar. Ella decía que con un simple «borrón» era capaz de inventar los seres más extraños e inquietantes.
En su casa de Perlora puso un pequeño museo, su museo. Tenía muchas visitas, de gentes diversas, y a nadie dejaba indiferente. Hizo exposiciones, reportajes en los periódicos y entrevistas en la tele. Sus obras eran como sus hijos (decía ella) y ¿quién se desprende de un hijo? En fin, nadie le echó una mano, a lo mejor porque ella tampoco se dejaba.
Ahora que se ha ido, no sé muy bien qué va a ser de su obra. Quede aquí constancia de que Enedina era un ser excepcional: pintora, poeta, y muchas otras cosas. Y yo, modestamente, quiero rendirle un homenaje póstumo, nadie se lo merecía más.
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