Amor al árbol
El árbol, ese ser vivo imprescindible. Ese pulmón que produce oxígeno, que absorbe dióxido de carbono, que disminuye la temperatura ambiental, que aumenta la humedad, que disminuye la contaminación y el polvo, que protege el suelo de la erosión y de la desertización, que interviene en el ciclo del agua llevándola por sus raíces hasta los acuíferos, que evita sequías e inundaciones, que es el lugar donde habitan pájaros e insectos, que produce sensaciones de relax y bienestar, que adorna, que abriga, que da sombra... etcétera.
En fin, para proteger el equilibrio de nuestro planeta es imprescindible plantar árboles, cuidarlos y salvarlos de talas inútiles.
Pensemos ahora en nuestros cinco árboles del Campo: 45 años siendo testigos de nuestra historia, de nuestras fiestas, de nuestros niños en el recreo, de los mayores en sus paseos, brindándoles su sombra. Compañeros en ocasiones de soledades, cómplices en otras. Fieles amigos que esperábamos contar siempre con su presencia, su compañía. Pero llegó un día en el que les han cortado la vida. Unas manos los compraron, los donaron, otras manos los plantaron, otras los talaron... ¡Y se acabó!... en un momento se va algo de nuestro entorno y por lo tanto se va también algo de nosotros mismos. (El motivo: colocar el palco móvil de una orquesta).
Ojalá sirvan estas palabras para sensibilizar a las nuevas generaciones, para que no se vuelva a repetir. Que vean en el árbol un ser vivo con derecho a crecer, a ser cuidado y a cumplir su ciclo.
En la familia y en la escuela transmitimos a los niños el amor al árbol. Que abracen un árbol y experimenten ese sentimiento que nos une a la tierra nos da fuerza y armonía con la naturaleza. En todo el mundo se celebra el «Día del árbol» el 21 de marzo. Se abandonan las aulas para que los niños salgan a plantar los pequeños arbolitos que esperan ver crecer. ¿Cómo entenderán los niños de Tol esta tala pocos días después de la celebración?
Plantemos árboles, nos gustará verlos crecer y no seremos capaces de cortarlos.
Dice el dicho: Un hijo, un libro, un árbol.
Nadie mata a su hijo, ni quema su propio libro, ni corta su árbol.
¿Cómo pueden permitir y ordenar el manejo de las motosierras?
En unas pocas horas y para unas pocas horas se cargan 45 años de vida y de historia.
María del Carmen García Fernández, Tol (Castropol)
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