Cuestionable subvención en Siero
Que en la capital del concejo de Siero en los últimos tiempos se están produciendo hechos raros es ya de dominio público. Me he enterado de que la Consejería de Cultura del Principado otorgó una subvención de 3.000 euros para una escuela de música tradicional que en Siero nunca existió. Sí, han leído bien, nunca existió, como el proyecto del auditorio de Castellón que no se ejecutó, y serán muchas más, pero todavía no han salido a los medios de comunicación para sonrojo, repulsa y rebeldía.
Esta extraña aportación económica que el Principado decidió conceder al Consistorio sierense con cargo a la convocatoria de subvenciones de Cultura, de no ser por algo excepcional, puede vulnerar la ley de Subvenciones y entrar en la «ilegalidad» la solicitud del Ayuntamiento de Siero, al no cumplir los criterios recogidos en cuyas bases se especificaba claramente que estas partidas se destinarían a ayuntamientos que fuesen titulares de centros de estas características. Lo curioso, por no decir vergonzoso, de este asunto que debería estar calificado como delito tipificado, según las entendederas que Dios me dio, es que sólo los populares de Noval criticaran a la propia Corporación el hecho de que a su juicio el equipo tripartito de gobierno «engañó» a la Administración regional, como también cuestionó el «escaso rigor» de la Consejería de Cultura al otorgar una ayuda económica destinada a una entidad que no tiene cara ni rostro en el concejo.
Existe una ley del Patrimonio Cultural, pero el problema está en que pocas veces se cumple, tiene sanciones importantes, pero no se aplican, y los que se erigen y se expresan a pierna suelta como defensores, con sus irresponsabilidades la desaparición progresiva es un hecho. «Eliot dijo ya en 1948 que la cultura desaparecería», nos pareció una boutate y sin embargo parece cumplirse. La cultura hoy ya no es cosa excepcional en manos de gente elegida, y como tenemos un tipo de políticos sin imaginación para todo lo que no sea el derroche de dinero, y algunos –en su uso de su libérrima libertad, por su puesto– se otorgan ayudas económicas con cargo a las subvenciones de Cultura, porque son sabedores de que algunas administraciones tienen muy depauperada la ética y le importa «un bledo» materializar sus pretensiones. Nada sabemos si es práctica habitual del Ayuntamiento acudir a la concesión de estas subvenciones de «manera ilegal», pues no debemos olvidar que se trata de dinero público.
El ciudadano está perplejo ante esta situación y se pregunta con toda la razón del mundo por qué tiene derecho a saber más cosas de las que se creen en sus representantes del pueblo que hacen todo lo posible para que sus actos reprobables, en ocasiones delictivos, no trasciendan, pero el ciudadano quiere saber el destino de los 3.000 euros, y le preocupa el que se le oculten las personas que han conseguido la ayuda, y los cargos que ahora ocupan, y es que en realidad la sociedad admira mucho al pícaro.
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