Las alteraciones del señor Cascos
¿Qué es lo que le pasa al «señor» Francisco Álvarez-Cascos? Parece que desde hace poco más de un año, que ha llegado él a Asturias, nos ha traído con él la peste, tanto que parece como si estuviéramos en otra galaxia.
También me pregunto si este fraude que nos está haciendo el Gobierno de derechas del señor Rajoy, si estas mentiras que está programando día a día este señor, lo hubiese hecho el señor Zapatero, toda la ciudadanía española pondrían el grito en el cielo. Y diciendo como dice la señora Sanz de Santamaría, que si ella fuera socialista, por vergüenza no saldría a la calle.
Pues quien escribe este artículo es socialista hasta la médula y no me da vergüenza ninguna el salir a la calle, y sin embargo, sí me dan náuseas cuando me cruzo con algunas personas. Sobre el señor Cascos, decirle que tiene que saber perder, pues le digo que yo he sido emigrante durante treinta años, y siempre he votado desde el extranjero, y no he tenido que ir al consulado para nada. Sí teníamos que certificar la carta por correo y nada más.
Sobre lo que nos está cayendo encima, viniendo del Gobierno central, que están convirtiendo una España de dos velocidades, una que los ricos son más ricos, la otra desgraciadamente, que los pobres son más pobres, pues vuelve la era del señorito. Los estudios solamente los podrán hacer... los hijos de los ricos, y los hijos de los pobres, pues como me ha tocado a mí, no he llegado a ser ni siquiera párvulo, porque a los 6, 7 y 8 años ya tenía que ayudar a la economía de casa. Se preguntarán algunos, ¿y cómo a esa edad podía yo ayudar? Pues lo voy a aclarar, cogiendo carbón por las escombreras de las minas, para luego venderlo.
Yo sé que esto que voy a escribir no puede ser, pero me gustaría ver a los hijos de los que voy a nombrar: Rajoy, Soraya Sáenz, Cristóbal M., De Guindos, Cospedal, y cómo no, también a Esperanza A., y a muchísimos más, cómo, verlos comiendo mendrugos de pan por las calles, y para el colmo, ayer un medio de comunicación ha dicho que la señora Esperanza A., que estaba muy descontenta con su partido, porque éste se quedaba corto en subir mucho más los impuestos, pues ella los subiría más.
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