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Realidad hábilmente edulcorada

21 de Mayo del 2012 - David Piquero Soto (Langreo)

Partir de la incertidumbre como si se tratara de la certidumbre suele ser más convencional y resultar más convincente que partir de certidumbres de la incertidumbre, donde nada ni nadie se siente seguro. Como lo ocurrido con Solbes, ministro de Economía, en la anterior legislatura, cuando daba buena cuenta de la economía y situación del país y vaticinaba la que se nos venía encima. Que además de no convencer ni contentar a nadie algunos lo hicieron responsable del problema.

Mientras que Rajoy consiguió gracias a la desastrosa situación del país y con más de una mentira, para calmar a un pueblo desengañado y en penosa situación, con una buena sabida demagogia, que hasta hacerse con el poder nadie sabía muy bien en qué iba a consistir el cambio. Habiéndose contradicho lo que prometió en período de elecciones y lo que está llevando a cabo una vez hecho presidente del país. Que además de desandar años de progreso en lo que se refiere a los derechos de las personas, uno de sus últimos recortes de los que había dicho no iba a haberlos son los diez mil millones de euros a Educación y Sanidad, que afectan a lo que se supone son los pilares de un país, su formación, que dé lugar a personas menos capacitadas para ejercitar trabajos futuros y saber ser buenos ciudadanos, pongamos por caso, es decir, recortar sobre lo que supone el engranaje para que funcione y progrese España el día de mañana, o recortes en Sanidad que supone jugar con la salud, el bienestar, la vida o la muerte, llegado el caso, de la persona. Es como jugar a retroceder e invitarnos a un presente y a un futuro cada vez más preocupante.

Mientras que la realidad no es otra que la habida con el otro mandato, sino que es incluso peor salvo que con tanto quitar de uno y otro lado y dejarlo todo en penosas condiciones se dice que estamos haciendo descender la deuda contraída de nuestra nación, pero pagando para ello, en especial la clase trabajadora.

Y es que el politiqueo debería convertirse en arte dramático de donde salgan buenos intérpretes que reposen en formas oscuras, que nada ni nadie pueda descubrir, hasta demasiado tarde, qué se esconden tras de ellos. Y es que somos amigos muy amigos de buenos cuentos, a veces poco reales.

Y es que la historia está llena de oradores, doctrinas o religiones que condujeron a guerras o grandes movimientos, en ocasiones a millones de personas, porque muchas veces la gente es manipulable, bien porque necesitan creer en algo que llene sus vacíos y se les otorgue un sentido a sus vidas o como forma de sentirse seguro y protegido o dada su ignorancia para resultar crítico con formar parte de esto o dada su imposibilidad para obrar al margen de lo que se establece.

Ya que la vida tiene algo de sueño, de insensato e incomprensible, que cuando lo único que nos ofrece muchas veces la realidad consiste en muchos problemas y a veces resultan difíciles de sobrellevar, se hace necesario alguien encargado de transmitirnos y prometernos otra realidad que nos libere de miedos y pesares, tan humanos.

Resultando más atractiva y perseguible una realidad hábilmente edulcorada.

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