La edad

21 de Mayo del 2012 - José Antonio Coppen Fernández

La edad sólo es importante en los caballos, según reza un proverbio francés. Cada época de la vida tiene su propio color, salvo para los que sufren daltonismo que les impide distinguir con claridad meridiana las estaciones biológicas. Arando sus surcos, la cosecha dependerá de la siembra que efectuáramos en cada una de ellas. No tiene mucho sentido nacer para vivir a la sombra de un estado abúlico. Sin faenar no brotan los frutos.

Subtítulo:Lo importante de saber evolucionar

Siempre se ha dicho que hay personas jóvenes que son mayores o viceversa. Añadimos, a nuestro entender, que el hombre –y por añadidura la mujer, claro– tiene tres edades. A saber: la edad biológica, la fisonómica y la mental. Precisamente esta última es la que, a nuestro juicio, más nos debería preocupar, porque su desarrollo depende en buena medida la tonalidad del color de cada época de nuestra existencia. De esta forma, no caeremos en el ucronismo. En este sentido, es frecuente observar a personas que no van con el tiempo. No son actuales. Y para mayor «inri» las hay muy aficionadas a establecer ucronías, lo cual les delata como seres marcados por la nostalgia. La buena disposición a admitir la evolución de los tiempos contribuirá a evitar conflictos, incluso con nosotros mismos, pero sobre todo con la juventud, máxime cuando la convivencia es diaria. La juventud tiene derecho a equivocarse impunemente, porque la madurez no nace, se hace, de la misma manera que no se nace padre. De ahí viene el conflicto generacional, son los padres los que tienen que procurar adaptarse a la juventud y no al revés.

Sin embargo, dicho lo anterior, a lo largo de la historia la edad biológica es la que despierta mayor curiosidad por el común de los mortales. En algunas personas este interés es obsesivo, exacerbado –y hasta larvado–, cuando consideramos que la edad biológica forma parte de nuestro patrimonio más íntimo e individual. A nadie se le ocurre averiguar en vivo y en directo el patrimonio material de otra persona, por decirlo de manera suave, sería falta de educación y tacto. En un pueblo de Teverga cuentan que una señora muy mayor, cuando le preguntaban los años que tenía, siempre contestaba: «Non te arregles sin sabelo, fíu». Esta edad biológica nunca nos preocupó más allá de lo imprescindible porque la naturaleza es la encargada de darle a cada individuo el tratamiento pertinente. En todo caso, rematemos que todo el mundo quiere llegar a viejo, pero nadie lo quiere ser.

El aspecto fisonómico es la otra de las tres edades, que debe ocupar, pero no preocupar. No es precisamente tarea ardua cuidar el aspecto físico cada día para causar buena impresión a nuestros semejantes. Para que no se nos pueda tildar de abandono o dejadez, debemos dedicar un tiempo a nuestro aseo y aspecto personal, y evitar así ser objeto de censura.

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