Sí a la circunscripción única

No se me ocurre otra palabra más que lamentable. Si triste es que Asturias esté desgobernada, o gobernada en precario por ser más justos, desde hace casi un año, por culpa de una derecha enfrentada a causa de problemas domésticos de carácter visceral al margen de cualquier criterio político de servicio social, no es menos asombroso que a estas alturas de recorrido democrático no se hayan fijado, a nivel nacional, las bases de una Ley Electoral que reparta la influencia del voto de acuerdo al peso democrático individual: cada persona legalmente constituida un voto, sin más consideración en la consecuencia política que la meramente aritmética. El problema radica en que esta solución perjudica al bipartidismo hegemónico y esto pesa más que cualquier otro concepto democrático en la conciencia política de ambos partidos.

La circunscripción única no viene a romper con la Ley DHondt pero es indiscutible que esta nueva fórmula, auspiciada por UPyD, si es que llega a concretarse, además de ser democráticamente más aceptable, simplifica nuestro sistema para muestra baste significar el problema reciente con el voto emigrante- e incita a la participación electoral al aproximarse al verdadero peso del ciudadano como unidad política.

Y qué decir de ese argumento manejado por Javier Fernández afectado de responsabilidad para con las zonas rurales, como si en esa institución colegiada llamada familiarmente el Gobiernín no hubiera Consejerías responsables del tema agropecuario y forestal, o no se pudieran establecer fórmulas al margen de las circunscripciones para dotar al campo asturiano de la infraestructura y apoyos necesarios que, por otra parte, en muchos casos siempre vendrían mediatizados por lo que dicte Bruselas. ¿Acaso el campo asturiano de cualquier circunscripción no es el origen reciente de nuestra sociedad desplazada al centro como consecuencia del desarrollo industrial? ¿Acaso no nos unen, a la mayoría de asturianos, lazos afectivos con el terruño de procedencia? ¿Habrá algún asturiano que no quiera ver rentable nuestro sector agropecuario y forestal para que pueda dar empleo y ser competitivo con nuestros enemigos íntimos los franceses? Excusas, pobres excusas que únicamente persiguen la inmovilidad interesada. Sí hay soluciones diversas para mantener el equilibrio de fuerzas intersectoriales, distinto es que primen otros intereses políticos partidistas.

La circunscripción única no quiere hacerla viable el PSOE porque rebaja su poder omnímodo en la región mientras la derecha social no ponga en su sitio a la derecha política; que a lo que se ve tardará varias legislaturas en resituar y regenerar. Tampoco el PP está por la labor del cambio porque esperan ser ellos los futuros beneficiarios de tal dislate. En el próximo capítulo veremos a las organizaciones sociales de las alas geográficas asturianas, afines al PSOE, salir en defensa de la Ley Electoral actual, enunciando una retahíla de bienes conseguidos gracias al peso político de las circunscripciones electorales. El caso es mantener el poder a toda costa al margen de cualquier otra consideración social. Lo que tiene bemoles es que esto lo haga un partido denominado de izquierdas y que su socio parlamentario, teóricamente más de izquierdas, le ría la gracia. Lamentable e indignante.

Convendría pedirle a Ignacio Prendes que mantenga firme su postura y no ceda a intereses espurios porque hay soluciones políticas para mantener el desarrollo social, político y de infraestructura en los extremos rurales asturianos. Llegó la hora de hacer política seria en Asturias o, lo que es lo mismo, llegó la hora de hablar de los grandes y graves problemas que azotan nuestra región, sin marginalidades divisorias ni sectoriales, y dejar de fabricar chiringuitos para mantener fidelidades que no hicieron más que malgastar los fondos mineros y propiciar, directa e indirectamente, casos de corrupción.

Y en otro orden de cosas y aprovechando que el Tuluergo desemboca en Avilés, lo que sí me gustaría preguntarle a nuestro líder socialista, Javier Fernández, es qué piensa hacer con el Alcalde de Cudillero, enfangado en varios asuntos administrativos derivados de su incapacidad rectora al que él mismo integró en las listas contra todo pronóstico y que ya empieza por perder el caso del sargento municipal y, si hacemos caso a la fiscalía, es más que probable el descubrimiento de una cadena de despropósitos contables con la consiguiente apertura de causas judiciales. No reproduzco lo que dice Gonzalo Botas sobre la gestión caciquil del rector pixueto porque, de ser ciertas las acusaciones, cuestión que dilucidarán los Juzgados, deberían enterrar políticamente tanto a Francisco Gonzáles como a Javier Fernández, causante de su integración en las listas. Sigo preguntando: ¿cuál fue el propósito que decidió la incorporación de González a las listas, un señor inmerso en una causa judicial con más cola que el cometa Halley, y muy cuestionada su labor en materia de urbanismo en la zona de El Pito?

Este, el caso Cudillero, y otros similares e incluso más sangrantes, no hacen más que dar argumentos para la formulación de una nueva Ley Electoral que permita al ciudadano defenderse de los aparatos de las organizaciones políticas o, en su defecto, propiciar la intervención social en la confección de las listas electorales.