Asturias intervenida
En una nación en fase acelerada de desestructuración, con indisciplina mórbida en buena parte de sus comunidades autónomas, resulta que va a ser intervenida, precisamente, la irredenta aldea astur, ésa que hay que localizar con lupa en el mapa, mismamente al Norte, de la parte del Oeste.
Andalucía profunda, en folclórica rebeldía; Levante, con bula; Vascongadas, con un par de txapelas y siempre con su capacidad de terror en la recámara; Canarias, en almoneda y de por libre, y la prepotente Cataluña, en chantaje que no cesa. Y resulta que van a ser intervenidas con carácter prioritario, precisamente, las Asturias de Oviedo (es de suponer que por efecto diferido sobre los Presupuestos Generales del Estado de sus legendarias ensoñaciones de sidra y dinamita).
Una Asturias que, salvo el esperpento del último año, no aparece ni en los telediarios cuando hay que hablar de mal tiempo. Una Asturias que viene rumiando en silencio y con subvencionada discreción prejubilar sus furias juveniles va a ser intervenida como consecuencia de una terrorífica ingobernabilidad presupuestaria sobrevenida en la que, al parecer –¡manda huevos por catorcenas!– el, para según qué cosas, escrupuloso partido del Gobierno no parece haber tenido nada que ver.
Cachisn la mar, qué jeta.
Desde luego, si algo está claro es que el PP no está dispuesto a que su imperdonable triple fracaso en Asturias, teledirigido desde Madrid y Toledo, vaya a tener la mínima posibilidad de compostura por accidente o casualidad de última hora, y se está aplicando a fondo en la región. Supongo que serán conscientes de que con su reciente historial cainita, del que ya hemos visto cuatro variantes, fuerzan al centro-derecha asturiano a vagar huérfano por el desierto los cuarenta años de terapia de secano que prescribe el Éxodo.
Merecido lo tenemos los que fuimos sus votantes, por no saber distinguir becerros ni de asnos ni de cabritos.
P.S. A mi modesto juicio, excelente «pour l’Histoire» el editorial dominical de LA NUEVA ESPAÑA sobre esta cuestión, aunque con exceso de autobenevolencia hacia la prensa que se ve independiente.
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