Una saeta no comprendida
Mi nombre es Antonio Ortega Arteaga y soy farmaceútico de Málaga.
La casualidad, ha hecho que una noticia referente a la Semana Santa de
Gijon, que escuchó ayer mi padre, le trayese a la memoria la anécdota que
siempre ha contado desde que yo era niño.
Entre 1937 y el 39, fué marinero de escolta en el barco mercante "Maria R",
de la Sociedad Anónima Cros, que se dedicaba al transporte de abonos.
Un día de Semana Santa que estuvo atracado en el puerto de Gijón, salieron a
ver la procesión del Silencio, y al paso de la Dolorosa, uno de ellos,
aficionado al cante flamenco, para sorpresa de todos, se arrancó cantando
una saeta a pesar del insistente siseo de todo el mundo, consiguiendo sólo
el aplauso de sus cuatro jovenes compañeros.
Al dia siguiente se publico la noticia en el periódico local, donde se decía que
unos marineros andaluces habian roto el silencio con una saeta en la
procesión del mismo nombre.
Mi padre, Antonio Ortega Mata, que tiene 89 años es, de los cinco marineros
(todos de Málaga), el único superviviente de aquel episodio. Otro, llamado
Ferrer, falleció poco después, en el frente, como voluntario de la Cruz Roja
al tratar de socorrer a un herido. Y el que cantó la saeta, apellidado Gea,
estudió tambien la carrera de Farmacia en Granada y se instaló en un pueblo
de Málaga.
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