Una región mal educada
Desde hace algunas semanas tengo que reconocer que me da auténtico pavor poner la televisión en horario de noticias: términos antes desconocidos para mí como son la prima de riesgo o el Ibex cada vez me resultan más familiares. Por si no teníamos bastante, hoy salen a la luz dos nuevos mazazos para nuestra región: educación va a reducir nada más y nada menos que 500 puestos de profesores no universitarios y el ministro Montoro anuncia que si el jueves Asturias no presenta un plan económico intervendrá la región.
Lo único positivo que puedo sacar de todo esto es la felicidad que me da recordar el momento en que metí en la urna el día 25 de marzo mi papeleta del PACMA; me siento bastante más afín a cualquier animal que a nuestra clase política; todos, sin excepción, sin colores..., me da igual donde militen.
Y yo ahora me pregunto: ¿dónde vamos a ir a parar todos los diplomados y licenciados que formamos parte de las tan ansiadas listas de interinos?, ¿qué vamos a hacer con todos los cursos de formación del profesorado que llevamos hechos?, ¿y con todo el esfuerzo económico e intelectual que invertimos algunos para sacarnos el título que nos habilita para dar clase como profesores bilingües (B2)?, ¿qué nos queda ahora? Me imagino que colgarlos en la pared.
Somos un país que está a la cola en todo y como no podía ser de otra manera en educación también. El Informe Pisa, entre otros, lo deja patente cada tres años. Si seguimos por estos derroteros, la cosa no va a hacer más que empeorar. Reivindico una educación de calidad, con una ratio adecuada de menores por aula; reivindico una enseñanza bilingüe, porque vivimos en un mundo global y algunos estamos hartos de que a los españoles nos señalen como los europeos con el nivel más deficiente de inglés; reivindico una educación digna... ¿es tanto pedir?
¿Qué nos queda ahora a los asturianos?, ¿cruzar los dedos y esperar a que en las próximas semanas por fin se constituya un gobierno que mire por el bien de toda la región? En mi modesta opinión, dudo mucho que esto suceda, pero al menos me he quedado muy a gusto exponiendo el sentir general de muchos universitarios, que alguna vez, hace años, oímos a nuestros padres decir que con nuestras carreras llegaríamos lejos, y lo que hemos hecho es quedar varados como la sirena de Enrique Bunbury.
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