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Indignado con Gustavo Bueno

21 de Mayo del 2012 - José Viñas García (Oviedo)

Qué aportan a la sociedad personas como usted, que sólo rebuscan complejidades a las cosas más simples, por interpretarse seres superiores (de los que buscan cinco patas al gato), cuando los más pollinos del reino saben que sólo tienen tres, si es cojo.

Sr. Bueno, usted podrá pasar a la historia como un buen filosofo, pero, entre usted y yo, creo que sabe que no pasa de ser un resentido intelectual caduco, no por la edad, desde siempre; dañado con el mundo, porque el mundo está cansado de teorías llenas de eufemismos, sin más creatividad que enredar todo, sin dar soluciones a nada.

Ya en varias ocasiones intentó desprestigiar a los «indignados», ahora le toca decir de ellos que su pensamiento es vago e impreciso, propio de un neandertal. También dice de los mismos que no conocen los mecanismos de las cosas que hablan, que están en contra de los bancos pero no saben qué es un banco y un crédito. Luego hace un repaso a lo zopencos que somos todos menos usted. No deja títere con cabeza, a quienes usan frases erróneas –usted por supuesto siempre usa las correctas–, a quien es un estúpido incluso en su propia materia; resumiendo, frases como «el que sólo sabe de medicina ni medicina sabe» bien pudiéramos aplicárselo a usted: quien sabe de todo de todo le falta, o quien sabe de filosofía ni filosofía sabe. Extiende su crítica a políticos, economistas y meteorólogos; después de escucharle, da la sensación de que Dios le creó a usted y luego realizó una copia descuidada e inacabada creando al resto de los mortales. Termina la charla definiendo al filósofo como quien tiene que decir a la gente: que no sabe nada, y que no saben incluso de lo que saben. ¿Por qué lo complica todo tanto, Sr. Sabio? En vez de una trituradora alemana, trate de ser una computadora humilde, al servicio del resto de ciudadanos no tan doctos, como se interpreta a usted mismo.

Sr. Bueno, para contonearse tanto en sabiduría universal, se rebaja mucho para definir a quienes ve ignorantes, incapaces e inútiles. Esos «indignados» bastante tienen con su situación económica y que vislumbran un futuro de miseria. En vez de darles apoyo moral e intelectual, si como dice no saben qué quieren y dónde van, oriénteles Sr. Sabio. ¡Mejor no! Ya que ustedes, los añejos en el poder, ya sea económico, intelectual o legislativo, sólo saben asesorarse a ustedes mismos, colocarse y perpetuarse en el tiempo, sin dar posibilidades a las nuevas generaciones a relevarles como es Ley de vida: no sólo no facilitan ese reemplazo, sino que lo entorpecen, con todo tipo de artimañas, como la suya, tratando de rebajarlos, disminuirlos, acobardarlos, que se sientan incapaces cuando intentan cambiar un sistema que les arrincona. Un sistema que ejerce la peor de las tiranías, que es perpetuarse en el poder más allá de la tumba.

Ustedes, le incluyo porque también es bien tratado por el poder político, no quieren que esos jóvenes les saquen de la poltrona bien remunerada, mientras que a ellos no les ofrecen ni las migajas. Cuando rebaje a personas, imagine que si así fueran de torpes, debiera hablar mejor de ellas, un sabio no presume entre idiotas, suele codearse con quienes ve a su nivel, pero me temo que usted con estos últimos se siente incómodo. Por eso siempre trata temas tan cotidianos, tratando de elevarlos a lo inverosímil. Un mecánico, un albañil, un fontanero, un agricultor o ganadero, etcétera, son más sabios en lo suyo, que sus ensoñaciones intelectuales: ellos pueden sobrevivir sin usted; usted sin ellos, no. Un saludo, Sr. Bueno, de este indignado neandertal.

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