Vacaciones redondas
Recientemente se presentaba formalmente, en la Casa Consistorial, el programa «Vacaciones redondas», cuya oferta deportivo-lúdico-festiva organizan los diferentes organismos municipales cara al verano. Su coste es cercano a los 400.000 euros. Hay casi un centenar de especialidades deportivas y cerca de 8.000 plazas a disposición de quien así lo demande reuniendo unas determinadas características. Se ofertan 1.500 plazas en colonias y campus, más de 200 en los museos y 5.000 plazas para los 383 cursos de especialidades deportivas.
Lo leo y pienso: ¡qué maravilla! y ¡cómo me alegro por los niños y chavales/as de Gijón!, lo digo de corazón.
Lamentablemente a algunos las vacaciones nos van a salir «cuadradas», y pienso en la cantidad de padres que, como yo, van a tener que «cuadrar» horarios para atender a nuestros hijos, que al ser discapacitados no entran dentro de tanta redondez.
Mi hija de 16 años, que pasó los dos últimos veranos en un campamento de día, el de Vegapresas, al que acudía encantada, me preguntaba hace unos días: ¿cuándo empieza el campamento, mamá?
Imagínense mi respuesta, cuando hoy mismo me he enterado de que nuestros hijos dispondrán de 15 días en el mes de agosto, y eso teniendo la suerte de coger plaza, pues sólo nos ofertan «15 plazas», tres más que en los años anteriores, en los cuales había 12 plazas. En los años anteriores disponíamos, asimismo, de una quincena en el mes de julio, que también nos han quitado.
Desconozco cuál es el número total de jóvenes (y no tanto) discapacitados en Gijón, pero les aseguro que conozco a más de 15 familias necesitando que sus hijos gocen de unos derechos, que les remito a la Carta Magna o al artículo 23 de la Convención sobre los derechos del niño de Unicef: «Si sufren alguna discapacidad física o mental, tienen derecho a cuidados y atenciones especiales que garanticen su educación y capacitación con el fin de ayudarles a disfrutar de una vida plena».
Los padres estamos en esa labor, pero las circunstancias no nos acompañan, tenemos las mismas obligaciones que los demás: impuestos, viñetas, seguros, etc., etc., pero por lo visto no los mismos derechos.
Es más que necesario establecer en Gijón (seguro que entre las dotaciones municipales con ganas y buena voluntad lo encontraríamos) un lugar donde nuestros hijos e hijas disfruten, porque tienen derecho a ello, de unas vacaciones tan «redondas» como las de los demás.
Que en el año 2012 yo me pregunte a estas alturas si esto es «igualdad» y «conciliación» es lamentable pero cierto.
Cierto es también que cuando mi hija me pregunte de nuevo por el campamento, en el que tan bien se lo pasó, y yo le explique «como pueda» la situación, sus lágrimas, créanme, también serán «redondas».
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