Las élites intelectuales del ministro Wert
El ministro Wert, en respuesta parlamentaria al portavoz de Educación del PSOE en el Congreso de los Diputados, Mario Bedera, reconoce, implícitamente, haber metido la tijera demasiado profundo en los recortes efectuados en Educación y espera que las comunidades sean bondadosas y no ejecuten el Real Decreto del despropósito, en su máxima definición.
Resulta que este prodigio de fracaso intelectual en lo tocante a la gestión del cargo, llamado José Ignacio Wert, pretende que las comunidades autónomas se humanicen y en lugar de despedir a 40.000 profesores interinos, reduzcan la cifra para que el dato sea socialmente más digerible.
Al señor Wert el traje ministerial le queda demasiado grande. No es lo mismo predicar en un programa de debate político en la televisión madrileña que dar trigo como máxima autoridad educativa. Ese discurso frívolo de la temporalidad excepcional en las medidas restrictivas, deja entrever las carencias que tiene el personaje para formular propuestas de signo académico que rentabilicen socialmente el gasto en Educación. Parece más una súplica a la comprensión política de la medida que algo cabalmente pensado para, sin pagar peaje social, revitalizar el sistema educativo.
Para este señor de voz bien timbrada y poca cosa más, toda solución a la problemática creada por la irresponsabilidad de un sistema económico neoliberal, que él defiende, pasa por eliminar del gasto corriente las nóminas de los principales gestores del progreso real de un país. Tenga en cuenta el ciudadano que, aún siendo nuestro sistema educativo manifiestamente mejorable, en los avances sociales y culturales habidos en los últimos treinta años con gobiernos de distinto signo ideológico, tuvo mayor incidencia el ejercicio profesional del profesorado que la acción política.
Los recortes en materia educativa son una aberración histórica de efectos sociales tan perjudiciales que solo un memo no alcanza a prever. La relación compuesta a tres bandas: más alumnado menos profesorado y más horas lectivas, traerá consigo mayor fracaso escolar, ya que la reducción de docentes aumenta las ratios y la ampliación de horas lectivas el número de grupos clase por cada profesor. Esta medida provocará el final de la evaluación continua y de la enseñanza comprensiva ya que solo llegará al final de cada etapa aquel alumnado que pueda seguir el temario y demuestre sus conocimientos exclusivamente bajo el rigor de un examen. Es una forma de involución educativa al aceptar las tesis más conservadoras de la enseñanza: favorecer el elitismo intelectual desde temprana edad, excluyendo del sistema aquel alumnado con más necesidades de dedicación personalizada.
Por donde quiera que se mire, esa consigna lanzada por el PP sobre que más alumnos en el aula no disminuye la eficacia de la enseñanza, es una mentira tan evidente que no necesita de mayores argumentos. Solo a los hijos de la dictadura franquista etapa durísima en lo disciplinar con más de cincuenta alumnos en el aula-, sin evolucionar, o a los muy caraduras se les ocurre cantar las bondades de tal equivocación.
Lo que no nos dicen las huestes del PP es que toda esa ingente cantidad de profesorado despedido, va a engrosar las filas del paro con derecho a prestación económica, con lo cual, esta lumbrera de Ministro y quienes dentro del Gabinete aplauden la medida, solo hacen cambiarles la ya reducida nómina, de administración pública pero privando a toda la sociedad de sus servicios profesionales, ya no necesarios, sino imprescindibles. Muy listos ellos.
Tampoco se le ve al Ministro Wert realizar ningún ejercicio de reflexión que abunde en la regeneración del sistema partiendo de un análisis equilibrado sin enseñar excesivamente la oreja conservadora-, sobre los males que lo aquejan, que son muchos y variados; tantos que tal vez después de un profundo ejercicio de reflexión, haciendo partícipes a todos los agentes políticos y sociales, encontremos entre todos la fórmula que se aproxime, sino a la solución definitiva ya que ésta no deja de ser utópica, sí a una gestión más certera de los medios materiales y humanos que redunde en una mayor calidad de la Enseñanza, satisfaga las necesidades de un mercado laboral empobrecido y mejore las carencias que en esta materia tiene nuestra sociedad.
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