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Un lago para la leyenda en Sanabria

30 de Mayo del 2012 - Ángel García Prieto (x)

La comarca de Sanabria se sitúa en el noroeste de la provincia de Zamora, limitando con la de Orense, en Galicia, con León y con Portugal. Es una tierra de fronteras de idioma y costumbres, con una geografía variada de montañas, bosques y altiplanicies; bonitos paisajes y temperaturas continentales. A diez kilómetros de Puebla de Sanabria –una villa muy bonita y arreglada, con calles medievales, castillo y casonas góticas– se sitúa el lago de Sanabria, un lecho de agua de origen glaciar con tres kilómetros de largo, uno y media de ancho y cincuenta metros de profundidad.

En un entorno natural cuidado, con escasa población en las orillas, es, sin embargo, atracción de un entorno de pueblos ganaderos y agrícolas y lugar de interés turístico por su belleza paisajística. Guarda en sus profundas y frías aguas el reclamo de lo mítico, la leyenda y la historia, pues se dice que antaño, muy antaño, un peregrino que buscaba posada en una noche inclemente en aquel valle no encontró nadie que lo cobijase, salvo una familia de panaderos, la única que se acabó librando de la hecatombe de inundación que tuvo lugar aquel día, cuando el valle se convirtió en el lago actual.

Y el pueblo que ahora yacería en el fondo se llamaba Villaverde de Lucerna, donde en las noches de San Juan, cada año, se puede oír bajo las aguas el tañido de las campanas de su iglesia, que tocan por las almas de los habitantes de aquel inhóspito pueblo. La raíz de esta leyenda puede estar ligada a un códice medieval, el Código Calixtino, que es considerado la máxima guía de la época para los peregrinos a Santiago; pues en él se habla de tres ciudades de la península Ibérica que Carlomagno maldijo y destruyó por la resistencia que le opusieron. Una de ellas podría haber sido ésta de Villaverde de Lurcerna. Aunque también se dice que en la leyenda podría tratarse del vecino lago de Carucedo, situado en la comarca leonesa del Bierzo, ya que también se conjetura que el Código Calixtino habla en realidad de este segundo lago, más que el de Sanabria, y el relato habría trasladado el protagonismo del lugar.

Pero quizá lo más asombroso no sea la leyenda, sino el hecho que pareció hacerla real, en la trágica noche del 9 al 10 de enero 1959, cuando se rompió la presa hidroeléctrica de Vega de Tera y se produjo la rápida inundación del pueblo de Ribadelago, situado en la desembocadura del río en el lago, con el ahogamiento de ciento cuarenta y cuatro habitantes, de los que sólo veintiocho cadáveres fueron recuperados y el resto desapareció entre las aguas del lago. Ahora hay un nuevo Ribadelago, desplazado del solar que ocupaba antes de la catástrofe, que vive una vida nueva, sin olvidar todo esto.

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