Al ex director del IES Monte Naranco de Oviedo
El 8 de mayo de 2004, escribí una carta en esta sección, despidiendo a un director que se empeñaron en «destronar» (y que se dé por aludido quien corresponda) para poner al frente de mi centro al que, por fin, hoy se jubila. Para mí, tristemente, de un tiempo a esta parte no triunfa el que más vale, sino al que aúpan de rebote al poder, con el fin de eliminar (sin pensar en las consecuencias) al otro candidato.
Me hace gracia que este ex director diga que se marcha satisfecho de su labor realizada. Yo espero, en pocas líneas, transmitir mis discrepancias al respecto a todo aquel que por proximidad a mi entorno laboral le interese. Para ello y para no extenderme mucho (no vale la pena) voy a tomar como hilo conductor de mis reflexiones algunos puntos de su «programa de dirección».
Así decía: «... Mi opinión fue clara sobre la conveniencia de que el equipo directivo debería ser de la plantilla del centro y por eso he presentado mi proyecto». Su afirmación le duró poco, porque a pesar de los posibles candidatos ya no le valieron en su segundo mandato y por sorpresa fichó para su equipo a un jefe de estudios ajeno a nuestro centro. Es evidente que en la trayectoria de su primer mandato quedó retratado. Decía también: «... Me gustaría contar con las opiniones de todos». Eso sí, en repetidas ocasiones, no le quedó más remedio que escuchar al claustro, aunque luego obviara esas opiniones u organizara cualquier artimaña para distraer la atención y así hacerlas desaparecer.
Seguía diciendo: «Es necesario dejar el modelo autocrático y apostar por un modelo participativo». Esto ha sido sólo una propuesta políticamente correcta, que desde luego, y como ha quedado reflejado en varias actas, ha brillado por su ausencia.
Y esto es curioso, «abrir los despachos» y fomentar «un buen clima de centro».
En fin, vamos a dejarlo en que tiró el tabique que separaba el despacho de jefatura de estudios del de dirección.
Por otro lado, nunca entendí por qué decía que no teníamos proyecto educativo (que lo teníamos, otra cosa es que no le gustara), que el equipo directivo no tenía que ser de administrativos (yo formé parte del equipo directivo anterior y no sé a qué se refiere), recordaba las funciones del jefe de estudios (y me consta que la jefa del equipo anterior las tenía muy claras, quizá demasiado para él). Por cierto, jefatura de estudios le ha sacado muchas castañas del fuego y, es más, en algún momento lo podía haber desbancado, si hubiera actuado de frente, batiéndose el cobre por la dirección y que ganara el mejor.
En conclusión, no sé de qué se siente satisfecho. Seguro que algo bueno hizo, pero no consigo acordarme.
En el último claustro nos comunicó su jubilación en este curso, pero sin concretar fecha. Dice que no quiere despedidas, ni regalos, ni siquiera la insignia del instituto. No me extraña. Supongo que intuye que no lo sentimos «nuestro director» y pienso que él tampoco tiene especial cariño por nuestro centro, así que ¿para qué la insignia conmemorativa, distinción que le haría pertenecer al honorable grupo de jubilados del IES Monte Naranco de Oviedo?
Pronto nuestro centro tendrá nuevo equipo directivo (espero que no impuesto), tendrá mi colaboración y supongo que la de mis compañeros, profesionales, algunos con muchos años de experiencia, que siguen trabajando con ilusión y participando incluso en varios proyectos al margen de sus obligaciones lectivas. Nos gusta la enseñanza y contra viento y marea, a pesar de la crisis, seguiremos peleando para que no decaiga. Para finalizar mi despedida y como no quiero ser rencorosa, te deseo que tanta paz lleves como descanso nos dejes.
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