Felix cumpleaños Pepa
Ángeles García Bobes fue nacida un seis de abril de 1924, allá en la Villa Condal (Noreña), hija de Francisco y Angelina, carnicera de toda la vida (o sea, de las de antes, amasar y embutir a mano), no como en los tiempos actuales donde todo se realiza mecánicamente y con nuevas tecnologías, tres hijos, diez nietos y tres bisnietos. Viuda de Justo Colunga, también carnicero insigne de esta ciudad, donde los hubiera, o sea, buena gente.
Quizá todo esto en cuatro líneas, parece resumir la vida de Ángeles, pues no, no es sencillo ni fácil resumir todas las experiencias y vivencias de sus 85 años.
Sencilla, afable, cariñosa, con el que la llamaba Justo Colunga, también carnicero insigne de esta ciudad, donde los hubiera, o sea, buena gente.
Quizá todo esto en cuatro líneas, parece resumir la vida de Ángeles, pues no, no es sencillo ni fácil resumir todas las experiencias y vivencias de sus 85 años.
Sencilla, afable, cariñosa, trabajadora y como no, amante de su familia, por la que luchó hasta la extenuación.
Siempre ayudando a unos y otros, tanto a nivel personal como profesional y, como no, a sus hijos en los negocios familiares, cuando había que echar una mano "Pepa" siempre estaba ahí, al pie del cañón, todavía hoy sigue poniendo su granito de arena en algunas labores que no por ser menores, no son de gran valor y ayuda. (Pepa es un apelativo cariñoso con el que llamaba Justo, su esposo, y así para nosotros, su familia, le quedó "Pepa").
Recordamos con gran nostalgia, cuando llegaba este tiempo de frío y nos deleitaba y preparaba como nadie lo sabe hacer, reuniéndonos a toda la familia en torno a la mesa, para degustar sus deliciosos callos caseros, así como la sopa de hígado y que le llevaba toda una semana su preparación y elaboración, pues era un ritual gastronómico, pero la satisfacción de tenernos a todos juntos y en armonía era su mayor recompensa a tanta labor y sacrificio.
Y que decir de reunir a la mayoría de sus nietos en las playas de la Isla, Rodiles o Luanco y pelear con todos ellos en época de vacaciones, desayunos, bocatas, cenas y lo peor las duchas después de la playa pues los cortes de agua eran frecuentes en los lugares citados y estaban a la orden del día (de esto hace unos veintitantos años) pero la "Yaya" (para sus nietos) nunca desfalleció, y aunque la disciplina era férrea, ¡porque eran tropa!, todos sus nietos la quieren y adoran con locura. Tanto es así, que en estos días, tiempo habrá, y me consta que algo están preparando para reunirnos todos en torno a esta matriarca, y celebrar esos 84 abriles y nunca mejor dicho.
Con este escrito y la oportunidad que me brinda LA NUEVA ESPAÑA, quiero ofrecerle este humilde homenaje y agradecerle todo lo que ha hecho por esta familia, y así mismo desearle que cumpla muchos más y poder disfrutarla y tenerla entre todos nosotros.
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