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Al Concurso de tonada «Ciudad de Oviedo»

3 de Junio del 2012 - Fernando González Alonso (Oviedo)

Los concursos no dicen toda la verdad ni son bastante para defender la tonada, pero es el sistema más fácil. Sin entrar en matices, este concurso y otros levantaron la tonada y la gaita haciendo ver que existe, pues la tonada hay quien no sabe que existe y hay quien sabe que existe pero no la conoce; sólo una minoría la conocemos, hasta cierto punto.

Alguien me preguntaba hace años por qué la gaita prospera y la tonada no. Muy fácil, porque hay muchos constructores de gaitas y de gargantas ninguno. Alguien suele decir: ¿en este concurso «Ciudad de Oviedo», por qué tantos jurados? Si el cante es un arte y un arte es indefinido de calificar, ¿cuántos jurados harían falta? Pues no existe nadie con la capacidad ni tan justo. Tan honrado y justo fue aquel que clavaron en la cruz, ¿quién no tiene miedo a que lo claven en la cruz por ser tan justo y honrado?

El obligar al cantante con una canción a la gaita no convence en general. Como decía el popular Juanín de Mieres, «cantar al público ye muy descarao, sin que nadie-y ponga condiciones». Si unos salen favorecidos, otros salen perjudicados.

Sobre los estilos que la mayoría conocemos, vale más una mala creación que una buena imitación. Todos los estilos tienen los giros parecidos, excepto lo allerano, que desapareció pues tenía demasiadas curvas.

En cuanto a la gaita, empezando por aquel gaiteru del «deu gordu», de mediana edad para arriba y de boina calada, que tenía que pensar qué agujero tenía que tapar, pues el cantante sentíase bien acompañado cantando al son de la gaita, el sonido de la gaita también «golía a cucho»... Desde aquel que decía «dar los dedos a 50 por hora, hasta los 200, yo me quedo con el de 100». El gaitero tocaba la gaita el día de la fiesta del pueblo. Sólo había uno, que la tocaba todo el día y alguien le preguntaba si la tocaba de noche. «De noche no la toco, pero sigo oyéndola lo mismo».

Los estilos o formas de tocar no se recogieron, quedando más bien mecanizados, pues hay un gran número de artistas que no se duermen con los dedos. Desde el famoso Libardón hasta estas fechas mucho habría que contar.

Alguien comparó este concurso «Ciudad de Oviedo» a aquel llamado «Rumbo a la Gloria», desaparecido en 1964. Eran otros tiempos y todo va desapareciendo, como la propia naturaleza; sí mejoraron con mucha ventaja la tonada y la gaita, coros y nada más. En aquel concurso se concursaba en todo tipo de cante y música, etcétera. La famosa armónica, el acordeón, el violín tocando «El sitio de Zaragoza» y más que ponía al público en pie. El jurado cuando no consideraba válida, quedaban premios desiertos.

En 1962 fueron dos primeros premios en tonada. Román Prieto de Boo, Aller, y Aquilino Ferrera, de Pando, La Felguera. Anécdotas muy curiosas. La locutora y presentadora Menchu Álvarez del Valle bromea con una participante, seguidamente Menchu comunica que por orden del jurado la cantante queda descalificada. El público se enfada de tal manera que Menchu tiene que retirarse. A continuación sale el director del mismo, José León Delestal, y con su carisma, su carácter respetuoso, acompañado de su lenguaje, convence al público, saliendo Menchu al escenario. Otro caso muy curioso: un cantante acompañado a la gaita, al cantante le falla la voz y sale disparado hacia un lado y el gaitero hacia el otro. Alguien dijo: «Tuvieron miedo al garrote». El humor no faltaba. Para terminar, un verso:

Hay que seguir cantando / llega la primavera / y apenas siento el cuco cantar / que avisa a los llabraores / por si el maíz / quieren semar. / Ya nun se sema el maíz / y lo poco que se sema / también lo come el jabalí / y aquel hombre que sonaba / en el andamio cantar / el labriego debajo el paragües / por orbayín de San Juan / o al son de los cencerros / o del carro rinchar. / Adiós carro del país / carro de nuestra región / que yo cantaba algún día / cuando escuchaba el son. / Ahora ya canto sin carro, / canto por distracción / o por olvidar les penes / si tengo en el corazón. / Adiós a tanto y más, / uno muere por sí solo / y otro lo matarán. / Adiós, adiós.

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