María Corral y el voleibol del Colegio San Ignacio
El sábado 5 de mayo nueve niñas de 13 años se abrazaban a su entrenadora y saltaban en el centro del polideportivo del Colegio San Ignacio, gritando el nombre de su colegio ante los aplausos emocionados de unas gradas en las que padres, familiares y amigos vivimos con una profunda alegría el final de un año que sin duda recordarán en muchas ocasiones a lo largo de su vida.
Lo recordarán porque a lo largo de este año 2012, en el terreno deportivo han recibido mucho y han sido alentadas a dar lo mejor de sí mismas entrenando, trabajando en equipo, aprendiendo a jugar y a estar en el banquillo, animando, respetando a cada rival, creando un ambiente de sana competencia y sintiendo la alegría y la satisfacción de ver el resultado final del trabajo bien hecho.
Siempre les decimos a nuestros hijos que lo realmente importante no es ganar o perder, sino comprometerse con el equipo, esforzarse al máximo, ser buenos compañeros y dar lo mejor de uno mismo en cada entrenamiento y en cada partido poniéndolo al servicio del grupo. Este aprendizaje a través del deporte vale para todo en la vida y cuando se viven estos valores las personas se vuelven más generosas y más felices en todos los ámbitos de su vida.
El 5 de mayo se clasificaban para acudir al Nacional de voleibol de clubes siendo un colegio, no un club, con el mérito que ello supone, y la alegría se desbordó en el último punto.
Lo más importante que tengo en el mundo es mi familia, y siempre he pensado que la mejor herencia que puedes dejar a los hijos es hacer de ellos personas buenas y felices a través de buenos momentos compartidos, formación en valores, capacidad de esfuerzo y agradecimiento. Los hijos copian lo que ven hacer, no lo que escuchan que deben hacer.
Y en esta tarea de dejar una generación de gente responsable, feliz y comprometida, capaz de transformar el mundo en algo mejor, toman un papel trascendental el colegio y el deporte. Si no van en la misma línea que las familias llevan a los niños a una especie de «esquizofrenia» en la que no saben qué está bien o qué hacer en cada situación.
Por suerte para Lucía, ha encontrado en el voley del Colegio San Ignacio la mejor de las escuelas de la vida, y no quiero finalizar este curso escolar sin dar un GRACIAS con mayúsculas al colegio y muy especialmente a María Corral, la entrenadora y máxima responsable del voley y de sus éxitos en todas las categorías del voleibol del colegio.
María es un ejemplo de compromiso, entusiasmo, entrega desinteresada que no sabe de horas ni de días, esfuerzo y motivación para toda una serie de generaciones del colegio. Sin ella mi hija y sus compañeros de cada una de las categorías del voley se habrían perdido una gran experiencia en sus vidas, que sin duda recordarán cuando pasen los años, y traerá a sus caras no sólo una sonrisa sino un aprendizaje real para vivir de forma responsable, esforzada y alegre su día a día.
Gracias, María, por enseñar a nuestros hijos a ser agentes de cambio a través del esfuerzo personal, la responsabilidad y el compromiso y por hacerles sentir a través del deporte y sus valores que pueden mejorar, aunque humildemente y cada uno en función de sus posibilidades, este mundo del que formamos parte.
Gracias, María Corral; gracias, Colegio San Ignacio, por tanto recibido.
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