Profesor Areces, profesor Riopedre, profesor Lastra...
Corren malos tiempos para la enseñanza en Asturias. Esos grandes profesionales citados y cientos de ellos más la han tenido que ir abandonando poco a poco para dedicarse en cuerpo y alma a servir a los demás en el Gobierno, en el Parlamento regional, en los ayuntamientos, en las consejerías, en el Congreso, en el Senado...
Me preocupa enormemente la mediocridad de quienes permanecemos en el mundo de la enseñanza y la incapacidad para darnos cuenta que desde el aula no estamos haciendo ningún bien a la sociedad asturiana. ¡Cuántos magníficos profesores ocupados en la política mientras unos "apoltronados funcionarios" nos dedicamos a la absurda tarea de enseñar para cobrar a fin de mes! Nadie puede entender semejante sinrazón, con lo fácil que es esto y, sin embargo, ellos y ellas dejan sus puestos en la docencia durante años y décadas para dedicarse al servicio público desde esos cargos tan mal pagados, tan ingratos... ¡Qué abnegación, qué inmenso sacrificio! Ustedes sí que deben superar sin problemas todas las evaluaciones de desempleo ya que curso tras curso no retornan al aula donde tanto se les añora. Para ser más exactos, si alguno pierde su puesto nos hace ver insistentemente la injusticia sufrida y, por ello, de inmediato, debe ocupar otros cargos para que la socieadd siga gozando de su abnegada entrega, como el ex alcalde de Cangas del Narcea, que perdida la Alcaldía pasó a ser asesor de Riopedre y a continuación senador.
Gracias, señor Lastra, por recordarnos desde su inmaculado púlpito con su verbo culto nuestra mezquindad, nuestra falta de solidaridad. Ustedes sí trabajan altruistamente por Asturias. ¡Qué lástima no poder gozar de sus valores educando a nuestros hijos! ¡Vuelvan, por favor! La enseñanza en Asturias, sin ustedes, se va a pique.
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