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Juicio apresurado

31 de Mayo del 2012 - Francisco M. Domínguez Menéndez (Avilés)

De la Rica dicta sentencia: la religiosa María Gómez Valbuena es víctima de una conspiración judeo-masónica de izquierdas para desprestigiar a un sector de la Iglesia limpio de todo pecado. Los curitas paidófilos deben de ser un invento del marxismo redivivo.

Por lo visto, los argumentos más irracionales de la dictadura franquista cabalgan de nuevo; eso en el supuesto de que alguna vez pusieran pie a tierra, y conste que no acuso a nadie de franquista, que por otro lado cada cual es muy libre, quiero decir que estos argumentos traen a mi memoria sabores rancios y olores a naftalina.

Como si de un creador de la filosofía moderna se tratase, con su método de análisis contrastado e irrefutable, Alfonso Uruñuela, lanza al aire o, mejor dicho, a la cara de los padres que sufrieron la tragedia, una serie de preguntas que afirma, son la prueba incontestable de una farsa prefabricada para desprestigiar al clero. Coincidiremos, supongo, en que a la Iglesia en su conjunto es imposible desprestigiarla.

Mire usted, don Alfonso, en la Iglesia, como en toda organización humana, existen personas a las que se les da esta denominación más por educación que por precisión terminológica y no merecen más defensa que la permitida por nuestro sistema legal. Cuando menos, debería usted observar la precaución de no emitir juicios apresurados sin haber oído antes a aquellos que tienen el poder legal para hacerlo. No sea usted imprudente porque está jugando a la ligera con sentimientos demasiado profundos. La no provocación, mucho más siendo gratuita a no ser que responda a alguna consigna procedente de sectores ultracatólicos, lo cual sería una metedura de pata garrafal-, es algo que todo periodista que se precie debería mantener en lugar preferente dentro de su propio código deontológico y erradicar del argumentario cualquier proyecto incendiario.

Los hechos delictivos cometidos por miembros de una orden religiosa, hay que observarlos dentro de la imperfecta condición humana, lejos de paranoias manipulativas y conspirativas, perfectamente posibles en mentes enfermas al margen de sus creencias, lo cual no resta, bajo mi punto de vista, ni un ápice de credibilidad a ese otro sector mayoritario que dentro de la Iglesia ejerce una extraordinaria labor, incluso jugándose la vida en muchos casos.

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