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Escandaloso patio de monipodio

19 de Junio del 2012 - Juan Carlos Sevilla Chica (La Felguera)

España es una partitocracia de golfos habituados a arruinarlo todo, como ya han arruinado las cajas de ahorro, la prosperidad, el Estado de Derecho y buena parte de los valores, principios y decencia que poseía la sociedad. Para salvar a España no son suficientes el equilibrio presupuestario, el control del déficit y los recortes, unidos a medidas de estímulo que reactiven la economía y la hagan más competitiva. España necesita de una terapia previa diferente y más radical: que la liberen de las bandas de políticos parásitos e ineptos, sin capacidad de liderazgo ni escrúpulos morales, que se han apoderado de los grandes partidos políticos , sindicatos etc.

España está minada por la corrupción y el abuso de poder. Los políticos y sindicalistas se han hecho con el sistema financiero que controlaban, esas cajas de ahorro que eran instituciones sanas y pujantes hasta que los políticos se sentaron en sus consejos y empezaron a desvalijarlas sin piedad. Han construido aeropuertos sin aviones y trenes de alta velocidad sin pasajeros, enriqueciendo a los amigos y embolsándose comisiones secretas. Han llenado las administraciones de familiares y amigos, tirando los billetes públicos como si fueran confetis. Todos los depredadores, saqueadores y despilfarradores se han escapado de la Justicia sin pagar su deuda, muchos de ellos inmensamente ricos, atiborrados de dinero público. Mientras en España subsista una clase política así, ninguna receta tradicional surtirá efecto.

Zapatero destruyó España durante sus siete años de mandato, no sólo en su economía, sino también en su moral, confundiendo, desmoralizando, mintiendo, esparciendo corrupción desde lo público y creando millones de seres que ya no saben distinguir entre el bien y el mal. El segundo ejemplo es el vertiginoso deterioro de Mariano Rajoy, que pierde apoyos a un rítmo fulgurante, como consecuencia de que su gobierno es cobarde, mentiroso e injusto. No sólo ha hecho pagar la factura de la crisis a las clases medias y a los que tienen un puesto de trabajo, sino que ha dilapidado la credibilidad, agotado la legitimidad y frustrado a millones de españoles que le dieron su voto al no atreverse a acabar con el gran cáncer del país, que es un Estado enorme, corrupto, inepto y tan costoso que ningún país podría financiar sin arruinarse. En una país normal, la receta que se está aplicando a España funcionaría. Primero hay que reducir los gastos y realizar recortes y reformas que hagan al país competitivo, para después empezar a trabajar para recuperar la prosperidad. Pero en España esa receta no sirve porque cualquier despegue, ajuste o reforma será boicoteado por una clase política dividida e invadida de enfermedades terminales como la corrupción, la avaricia, la golfería y la insolidaridad. Los enemigos de España no están fuera, sino dentro del Estado y quien no se lo crea que analice hoy la política socialista, animadora de la trifulca y del enfrentamiento, o la de los nacionalistas vascos y catalanes, felices de que España se debilite porque así piensan que será más fácil independizarse.Deterioro de la democracia, y desprestigio de la clase politica o lo que es lo mismo la nada nos queda la nada.España es una partitocracia de golfos habituados a arruinarlo todo, como ya han arruinado las cajas de ahorro, la prosperidad, el Estado de Derecho y buena parte de los valores, principios y decencia que poseía la sociedad, para salvar a España no son suficientes el equilibrio presupuestario, el control del déficit y los recortes, unidos a medidas de estímulo que reactiven la economía y la hagan más competitiva. España necesita de una terapia previa diferente y más radical: que la liberen de las bandas de políticos parásitos e ineptos, sin capacidad de liderazgo ni escrúpulos morales, que se han apoderado de los grandes partidos políticos , sindicatos etc.

España está minada por la corrupción y el abuso de poder. Los políticos y sindicalistas se han hecho con el sistema financiero que controlaban, esas cajas de ahorro que eran instituciones sanas y pujantes hasta que los políticos se sentaron en sus consejos y empezaron a desvalijarlas sin piedad. Han construido aeropuertos sin aviones y trenes de alta velocidad sin pasajeros, enriqueciendo a los amigos y embolsándose comisiones secretas. Han llenado las administraciones de familiares y amigos, tirando los billetes públicos como si fueran confetis. Todos los depredadores, saqueadores y despilfarradores se han escapado de la Justicia sin pagar su deuda, muchos de ellos inmensamente ricos, atiborrados de dinero público. Mientras en España subsista una clase política así, ninguna receta tradicional surtirá efecto.

Zapatero destruyó España durante sus siete años de mandato, no sólo en su economía, sino también en su moral, confundiendo, desmoralizando, mintiendo, esparciendo corrupción desde lo público y creando millones de seres que ya no saben distinguir entre el bien y el mal. El segundo ejemplo es el vertiginoso deterioro de Mariano Rajoy, que pierde apoyos a un rítmo fulgurante, como consecuencia de que su gobierno es cobarde, mentiroso e injusto. No sólo ha hecho pagar la factura de la crisis a las clases medias y a los que tienen un puesto de trabajo, sino que ha dilapidado la credibilidad, agotado la legitimidad y frustrado a millones de españoles que le dieron su voto al no atreverse a acabar con el gran cáncer del país, que es un Estado enorme, corrupto, inepto y tan costoso que ningún país podría financiar sin arruinarse. En una país normal, la receta que se está aplicando a España funcionaría. Primero hay que reducir los gastos y realizar recortes y reformas que hagan al país competitivo, para después empezar a trabajar para recuperar la prosperidad. Pero en España esa receta no sirve porque cualquier despegue, ajuste o reforma será boicoteado por una clase política dividida e invadida de enfermedades terminales como la corrupción, la avaricia, la golfería y la insolidaridad. Los enemigos de España no están fuera, sino dentro del Estado y quien no se lo crea que analice hoy la política socialista, animadora de la trifulca y del enfrentamiento, o la de los nacionalistas vascos y catalanes, felices de que España se debilite porque así piensan que será más fácil independizarse.Deterioro de la democracia, y desprestigio de la clase politica o lo que es lo mismo la nada nos queda la nada.El patio de monipodio representa un punto de reunión de ladrones, mendigos, falsos mutilados, supuestos estudiantes y prostitutas, que debían pagar un impuesto de circulación, si lo consentimos en eso y a eso quedaremos relegados al patio de monipodio.

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