Sobre España

4 de Junio del 2012 - Santiago López Fernández (Mieres)

Si convenimos en que la costumbre y el principio de continuidad parejo son el núcleo de la estabilidad de un país, como creo yo, la cuestión radica en qué tipo de argumentos podemos aprovechar de entre los últimos treinta años de la historia de España, que es, más o menos, la edad que tengo yo. En los tiempos modernos hay que buscar a los maestros en las esquelas o en el retiro, y todo retiro es solitario. Las piedras antiguas caen, y las nuevas se asientan sobre construcciones horribles, sin vida, sin historia. También el pasar por los mejores años de la edad de uno, o eso dicen, en medio de un país muy cercano a la degradación, tampoco es un signo alentador. Y es que, ante las circunstancias actuales, no soy un optimista, pero tengo esperanza, que, como saben, es una virtud teologal. Es un orgullo para mí ser español (mientras las nuevas generaciones pierden patriotismo a escape), y un honor, palabra hoy en desuso, aunque tampoco soy partidario de que se use demasiado, no vaya a ser que se desgaste en bocas equivocadas. La verdadera revolución no consiste en las algaradas del 15 de mayo (que se queden con sus banderas republicanas, anarquistas y cubanas), ni en las huelgas de funcionarios (con respecto a éstos me pasa como con los niños ricos, no hay que preocuparse mucho por ellos): la verdadera revolución será patriótica. Y sus protagonistas serán los hombres modestos, porque serán ellos los que salven a este país, porque están más cerca de la realidad de las cosas. Ante la ausencia de la mínima idea monárquica en los dos grandes partidos (el fracaso de la formación de élites en este país es evidente), ante la ausencia de valor, de cuajo, de arrestos suficientes, en definitiva ¿podemos esperar una solución de orden en este país? Porque esa es la cuestión, el orden y la libertad de España. Por eso defiendo la monarquía española, la unidad cristiana y la libertad regional, partidos políticos sí, pero no de masas, menos intervención del Estado en órdenes que no le competen en absoluto, focos principales pero de estricto cumplimiento y un cuerpo de inquisidores (es decir, de fiscales) que no hagan de pasteleros. Los españoles tenemos que parecernos a nosotros mismos, a nadie más. Si lo que sospecho se hace realidad, España sucumbirá bajo la felonía de una nueva república confederal.

Santiago López Fernández

Mieres

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