Carta a un minero
Nunca pensé estar viviendo esta situación, en la distancia, con amargura, pena, rabia e indignación…. Uno de los cinco mineros encerrados desde el pasado 28 de mayo es mi sobrino, hijo de minero y nieto de mineros por ambas partes.
Las huelgas, el carbón y la huella del pasado... todo eso fue mamado por este joven minero que vivió siempre con angustia y admiración el trabajo de sus antecesores.
Hoy es él quien está ahí abajo, luchando. Por el derecho a un puesto de trabajo, privado de ver la cara de su hijo Álvaro durante ya una semana…
Junto a sus cuatro compañeros, los cinco forman una mano, una mano extendida, una mano que reivindica, pues afuera todos cogemos esa mano, aunque, a medida que pasan las horas, a veces se convierte en un puño oprimiendo el corazón de cada uno de sus familiares, amigos y compañeros. «¿Hasta cuándo?»
Darío, todos estamos orgullosos de ti, de tu lucha y de tu decisión. Y con la misma fuerza que tú nos demuestras cada día… yo, a quien solamente me separan de ti 1.000 kilómetros de distancia y 600 metros de profundidad, te siento tan cerca... y te apoyo, y espero que esta incógnita, sencilla de resolver para unos y tan difícil de entender para otros, nos pueda dar pronto su resultado.
Gracias. Tú has podido llenarme de honra: de ser asturiana y de pertenecer a una familia minera.
Recuerda que la vida «no se mide por las veces que respiras, sino por aquellos momentos que te dejan sin aliento».
Con todo mi cariño y respeto.
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