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Cuando la medicina baila con la ilusión de sus profesionales

10 de Junio del 2012 - José Luis Bravo Pérez-Chaves (Oviedo)

En unos tiempos en que resulta excesivamente frecuente el «ruido» proveniente de tantas noticias que vienen a revelar los errores médicos no puedo menos que romper una lanza a favor de tantos profesionales de la medicina que en la sombra realizan bien su trabajo y que, precisamente por ello, el resultado final del mismo no conlleva una transparencia hacia el exterior, pues en resumidas cuentas cuando las cosas salen bien todo queda entre médico, enfermeras y paciente. Ciertamente la iniciativa de promover este «ruido positivo» respecto de la labor de muchos médicos y enfermeras tiene su origen tras mi experiencia personal hace apenas unos meses, al ser intervenido de un hueso en la frente (desenfadadamente lo definía como un cúmulo de cuernos que había que esculpir y de paso quizá... conseguir cambiar mis ideas, mis pensamientos, y hasta extirpar algunos recuerdos malignos, en definitiva, cambiar mi cerebro...), que si bien resulta una operación sencilla, lo cierto es que para mí era preocupante.

Sin embargo, he de significar que al margen de la necesaria labor informativa al respecto del sentido y objeto de la operación, riesgos, etcétera, resulta muy importante esa empatía con el paciente, transmitiendo esa confianza, tranquilidad y seguridad tan necesaria para este último. En este sentido, no puedo menos que elogiar la labor tanto de una médica como de una enfermera que sin duda saben transmitir todo lo anterior hasta el punto de sintonizar perfectamente con el paciente, incluso en los momentos previos a la operación –cuando sin duda uno se encuentra más intranquilo y preocupado– llegando a liberarle en gran parte de esa inquietud con la que se llega a un quirófano. Me refiero concretamente a la médica cirujana Susana Carnero y a la enfermera M.ª Dolores Fernández González, cada una en su respectiva función, quienes con su forma de actuar, antes, durante y tras la intervención quirúrgica, vienen a dignificar una profesión profundamente admirada por quien suscribe, y que al mismo tiempo reconoce lo ingrata que puede resultar en ocasiones cuando aun a pesar del esfuerzo realizado el resultado de la operación no es el esperado (como parcialmente en mi caso, pues dentro de mi cabeza quedaron tanto mis ideas como mis pensamientos y hasta aquellos malos recuerdos, únicamente desapareció de manera perfecta aquel hueso). Y es que... a veces queremos que los médicos hagan milagros, aunque en ocasiones hasta parece que lo consiguen (ni siquiera me quedó una cicatriz como recuerdo).

Cuando los resultados no son buenos tras una operación, muy probablemente serán momentos de evidente soledad y tristeza en el verdadero profesional, quien seguro será criticado sin objetividad alguna, incluso culpándoles de antemano por negligencia.

Por supuesto, no pretendo negar la existencia de negligencias o errores profesionales que sin duda –como en todas las profesiones– existen, pero sí quisiera destacar a todos aquellos profesionales de la medicina que como la doctora Susana Carnero y la enfermera M.ª Dolores Fernández González, sin duda vienen a representar a un amplio elenco de compañeros dignificando unas profesiones tan importantes en nuestro devenir diario, debiendo puntualizar que si bien cuando el resultado de una intervención ha sido favorable o incluso exitoso, sin duda ha tenido mucho que ver su profesionalidad –por encima de cualquier milagro celestial– no menos cierto es el hecho de que en un resultado final no deseado pueden incluso haber influido circunstancias ajenas a esos profesionales de la medicina, razón por la cual deberíamos ser en todo caso más objetivos a la hora de poner en tela de juicio su profesionalidad.

José Luis Bravo Pérez-Chaves

Oviedo

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