A un sportinguista
Aún no se me va la terrible sensación del cuerpo que llegó cuando me dieron la noticia de que te habías ido para siempre.
No te conocí personalmente. Apenas crucé contigo mas de cinco palabras y recuerdo con exactitud el día en que lo hice. Estabas con tus queridos jugadores del Sporting celebrando una victoria como uno más. Esos jugadores a los que tanto querías y a los que hoy dejas profundamente tristes.
Tengo veintidós años y por mis circunstancias he seguido el fútbol desde que nací. He sido del Sporting toda mi vida, más aún cuando tú lo entrenabas.
Nos has devuelto el aliento. Has inundado mi casa de nerviosismo, de felicidad y de tantas buenas sensaciones que jamás te estaré bastante agradecida.
Has confiado en el club, en una de las personas más importantes de mi vida y has participado en que mi padre, con más de cuarenta años de socio, viera jugar a su hijo en Primera División.
Eres el míster por excelencia. Has sufrido los golpes de la vida y del fútbol, pero has salido adelante siempre con unas buenas palabras y una sonrisa.
Todo lo que he escuchado de ti ha sido bueno; y cuando te fuiste del club ya nada sabía igual. Apenas quedaba esa magia de aquel 15 de junio de 2008. Cada vez erais menos los de ese día y estoy segura de que quedarán entrenadores buenos por venir; pero lo que tú has hecho por Gijón y la huella que has dejado sólo te lo debemos a ti.
Me pongo a reflexionar sobre la vida cuando termino estas líneas. Hay tantas personas que te están echando de menos...
Has recibido tantos golpes que admiro la fortaleza que has tenido para seguir de pie cuando, seguro, muchas veces te faltaron las ganas.
Más que nunca debemos vivir nuestra vida al máximo y afrontar nuestra vida mirándola a la cara como tú nos enseñaste. Nunca sabemos cuándo se acabará nuestra suerte ni cuándo empezará. Dejémonos de buscar problemas; y si los tenemos, demos gracias por estar vivos. «Tenemos dos opciones: tirarnos por un puente o seguir adelante».
Jamás voy a olvidarte, Manolo Preciado.
Gracias otra vez por haber traído tanta felicidad a mi casa.
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