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En recuerdo de Lito

10 de Junio del 2012 - Luis Domínguez Rodríguez (La Laguna (Tenerife))

Cuando iba a Asturias no conocía a Lito, sólo veía su foto en Lugones sonriente y lleno de vitalidad. Años después nos encontramos en la preciosa villa marinera de Llanes. Todo fue fácil entorno a una comida familiar y ahí empezó una gran amistad, de momentos entrañables, anécdotas y días felices.

Ese día la sobremesa fue larga como casi todas nuestras sobremesas, sin prisa, con conversaciones intensas y paseo por el puerto. La pesca, siempre la pesca y los hombres de la mar de la tierra verde y bella. Con Lito no había prisa para marchar ni tampoco para empezar. Teníamos que disfrutar, saborear cada instante, cada momento como si fuera el último.

Tener buenos amigos y tener un padre y una madre es lo más grande que hay en esta vida. Una de sus enseñanzas que nuestros hijos no deben olvidar. El amor de una madre, el amor de un padre. También una buena suegra, él la quería mucho por su carisma y generosidad aunque un día le advirtiera Lito uno si dos no.

Orgulloso de su ciudad, orgulloso de su gente, sin arrugarse ante nadie. Soy de Oviedo, capital del Principado de Asturias, oyolo, pues que le quede claro. Reflejos en la conversación, palabra siempre precisa y a tiempo, contestación fácil, socarrona y graciosa.

Nuestras escapadas por Asturias eran toda una experiencia vital. Ir a Tapia a reencontrarse con sus amigos de tantos veranos y buenos recuerdos, haciendo la última parada en la Terraza, contar viejas historias y comer los inigualables calamares en su tinta era una des sus pasiones. Las vacaciones en Ribadeo con Cholín y Graciela, gentileza de Paulino, adentrándonos por la costa de la Mariña hasta Foz y, al marchar, siempre nos quedará Rihnlo, reíamos. Con Juanín bajamos a Grao y allí nos encontramos con Pipo en casa de Pepe El Bueno que era como estar en casa. Más tarde subíamos hasta Cuero, pasando por El Puente y Casa Libertad.

Fuimos a La Palma y a La Gomera. En Tenerife compartimos puchero en el tradicional barrio de Florida y nos hicimos amigos de todo el barrio, después de conocer a su líder D. Epifanio, no sin antes tener sus buenas agarradas. En otro barrio de la Orotava famoso por sus alfombras del Corpus Christi, los vecinos no nos dejaban marchar.

Lito sabía, retenía y llegaba a donde nadie le conocía y triunfaba, se hacía con la amistad de todos y alegraba con su presencia. Alguno de sus amigos evocaba este recuerdo cuando llegó por primara vez a Ponton de Vaqueros.

Lito nació a finales del año 1937, cuando acababa el asedio y destrucción que sufrió Oviedo durante 15 meses. Antes de nacer murió su padre y a poco de hacerlo falleció su madre, probablemente como consecuencia de aquella terrible guerra.

Era un embajador entusiasta de su tierra, de sus valores y sus tesoros gastronómicos. La sidra era para él uno de esos tesoros que sólo en Asturias es especial y tiene sentido. La sidra es sociable, hace amigos y la conversación fluye fácil. Con la sidra y con Lito no hay clases, aunque siempre las hubo y las habrá. Sus botellinas estarán ahí dispuestas a ser compartidas y su culín permanecerá en alto a la salud de todos.

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