El Juzgado, Piloña sigue impasible
Esto no es nuevo. El tiempo y la pasividad municipal circulan por la misma dirección y ambos siguen el mismo camino. Había ocurrido con los dirigentes anteriores y nada hace pensar que vayamos a ver pronto un cambio. Ni pronto ni lejos. Ni cambio ni bostezo. Las noticias sobre las demarcaciones judiciales que se proyectan, según las informaciones que hace unas semanas anunciaba LA NUEVA ESPAÑA, hablaban de reducir sensiblemente el número de juzgados y afectaban a Piloña, que perdería, como otros muchos municipios asturianos, el suyo.
Durante la pasada semana se podía leer cómo el Consistorio de Pola de Lena, en Pleno extraordinario, pedía a la autoridad competente la oposición al cierre. El viernes pasado era una columna firmada por J. M. Carbajal publicada en este mismo diario la que apuntaba: «No al traslado del Juzgado de Cangas de Onís», y clamaba igualmente por la necesidad de mantener la sede judicial de su municipio. No es nuevo que cada uno defienda sus intereses. Tampoco es una cuestión de conveniencia práctica. Lo que se discute en esta carta habla de superar la oportunidad política y los principios de eficiencia que aconsejan esa medida y de sustituirla por un razonable esfuerzo que haga pensar que los políticos municipales aún defienden los intereses del concejo. Los de todos los vecinos, clases profesionales o comerciantes. Que estos últimos se preocupan. O que los primeros, los dirigentes, hagan parecer, como el que no quiere la cosa, que por lo menos los defienden.
Creo que era consejera de Justicia Noemí Fernández cuando en una anterior visita, con un equipo de gobierno municipal distinto, anunció el compromiso de trasladar las dependencias judiciales a Xudes, los Juzgados. Se habló mucho entonces. Ahora tenemos un edificio sin uso que antes albergaba los estudios de Formación Profesional en San Cipriano, completamente desaprovechado. Y no creo que nadie espere el cumplimiento de aquella promesa ni que nada mejore simplemente por inercia. Pero a la velocidad a la que nos ponemos a andar y nos damos cuenta de las cosas, no estaría mal que empezáramos por mostrar nuestros deseos de cambiarlas, la disconformidad, el pataleo o vayamos, por lo menos, preparando a los vecinos para la que se nos viene encima.
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