¿Qué está pasando con la economía?
Esta pregunta es la que nos estamos haciendo la mayoría de los ciudadanos españoles desde hace varios años, y a la que no sabemos responder. Lo cierto es que nos encontramos en una situación crítica en el terreno económico. Unos hablan de crisis financiera. Otros dicen que la economía está en recesión o estancada. No faltan quienes consideran que estamos a punto de ser intervenidos por la Unión Europea.
Yo me pregunto también cuáles son las causas de esta grave situación que no he conocido en los ya largos años de mi vida. Sobre las posibles causas se dan igualmente distintas opiniones. Unos piensan que no hay una administración seria, que falta productividad, que no hay demanda de bienes o servicios. Otros apuntan al gasto público y a las numerosas y variadas burbujas que aparecen cada día.
Las consecuencias no pueden ser más graves: endeudamiento, desempleo, mayor pobreza, menos bienestar.
Yo que nunca he escrito una palabra sin saber si vale para algo, también quiero dar mi opinión sobre este importante asunto que de un modo u otro a todos nos está afectando. Desde hace muchos años tengo en la estantería de mi despacho un diccionario de griego clásico, que en ocasiones me es de mucha utilidad. En él uno puede ver y analizar los dos términos que nos permiten descubrir el origen de la palabra castellana «economía».
«Oikia» significa casa, vivienda, familia, e incluso patria y «Nomos» orden, ley, norma, regla. Lo primero que hay que saber es que este interesante helenismo, afincado en nuestra lengua, se refiere ante todo al orden que hay que mantener en casa.
España es una casa grande o una patria, es igual, en la que vivimos millones de ciudadanos, pero en ella, al menos en los últimos doscientos años, ha habido muy poco orden, más bien un tremendo desorden. Miro esta casa con cariño cada día, pues es donde nací y donde vivo, y últimamente he observado que aunque sus cimientos están bastante bien, el tejado y las paredes están en ruina total debido a las constantes goteras que durante tantos años han ido cayendo sin que a nadie se le ocurriera subir a quitarlas.
Pienso sinceramente que hoy la casa ya no está para habitar. ¿Qué hay que hacer en estos casos? Mi opinión es que urge hacer otra nueva conservando los cimientos y poco más. No merece la pena reformarla, pues nos va a costar más y no vamos a quedar a gusto.
Para mí esta es la única solución al problema económico español: la construcción de una nueva vivienda digna donde haya orden, disciplina y, por supuesto, amor.
Me da mucha pena que una palabra como «economía», con un sentido y un significado tan profundos, lleve tanto tiempo encarcelada y sólo se le permita salir a la calle para hablar de los negocios de este mundo. Intellegentibus pauca.
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