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Cuando el amor se vuelve estrella

19 de Junio del 2012 - Tania Fernández Pérez (Tineo)

Queridos papá y mamá:

Ya han pasado 25 años desde el día en que dos estrellas se encontraron por casualidad y decidieron juntarse para perderse por siempre en la inmensidad del universo.

Por aquel entonces, nada los hacía presagiar la afortunada vida que les aguardaba. Llegó el día en que se cruzaron y dirigieron sus miradas hacia el infinito; desde entonces, supieron que a ese infinito que tanto anhelaban no se podía llegar en solitario.

Eran dos estrellas jóvenes pero de gran luz.

Su resplandor derrochaba vitalidad, entusiasmos. Su fuerza les hacía vencer las leyes del Universo; Universo por el que vagaban buscando ese sendero que les llevase al fin a encontrar el preciado infinito.

Eran dos estrellas realmente bellas.

Jamás se seguían, sino que caminaban siempre a la par. Allá donde iban, el fugaz peso de su incandescente vida dejaba un destello capaz de hacer sentir pequeño al mayor de los astros del firmamento.

Noche tras noche, acudían puntuales a su cita; siempre en la misma coordenada, rodeándose de las mismas constelaciones y avivando cada vez más el deseo de hacerse eternas.

Llegó el día en que decidieron plantearse el futuro como el gran reto jamás conseguido por ninguna estrella: Buscaban el abrigo del azul del cielo.

Querían dejar de ser destellos en la oscuridad.

Deseaban crecer tanto, que su brillo destacase en el firmamento más cristalino de los días de verano. Fue entonces cuando aprendieron que la fuerza de una estrella no puede vencer a un mar de nubes.

Sin embargo, no se rindieron y aunaron fuerzas para juntas hacerse invencibles.

Su resplandor era el doble, aunque ahora se habían convertido en una sola.

Aquel 13 de Junio se les antojó inolvidable. Habían pasado la noche en vela, mientras planeaban la unión que les haría inmortales. Así, con los primeros destellos matinales se pudo percibir como el cielo lloraba la pérdida de sus dos mejores estrellas.

Sin embargo, el duro comienzo los hizo más fuertes. Aprendieron a ser una sola estrella. Su destello hacia temblar a las tormentas; y al fin su fuerza hizo que el cielo se rindiese ante ellos y dejase de llorar su pérdida; en realidad comprendió que no había perdido dos estrellas, sino que había ganado un grandioso astro.

Desde aquel 13 de Junio de 1987 ese nuevo astro ostenta el trono más honorable del universo. Ese universo creado a raíz de la amistad, del amor, la tolerancia y el trascurrir de toda una vida compartida.

Hoy sus destellos se tornan plateados. Un brillo más especial si cabe que en otras ocasiones. Una luz que refleja el resumen de 25 años de unión. Que deja ver como juntas han logrado alcanzar la meta del infinito, como juntos podrán llegar a emitir un potente destello de oro que le guie por el sendero que les resta por caminar.

Este tipo de estrellas son afortunadas y hacen afortunadas a todas cuantas las rodean. Porque 25 años solo es el comienzo. Juntos hasta el infinito y más allá.

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