Basta ya

11 de Junio del 2012 - Santiago Iglesias Vincelle (Oviedo)

Me parece (yo al menos eso creía) que vivíamos en democracia, bajo el paraguas del Estado de derecho, pero me parece que eso es mera teoría. La realidad se obstina en querer demostrar otra cosa.

Todos sabemos eso de que la libertad consiste en respetar la libertad de los demás, etcétera; pero hay algunos, y cada día son más, que parecen pensar lo contrario. Bueno, tanto como pensar... al menos actúan como si ignorasen esa simple verdad, y tratan de reivindicar sus derechos, por muy legítimos que éstos sean, postergando el derecho de los demás.

De otro lado, la Policía es la garante, en última instancia, de que todos esos derechos de los ciudadanos sean reivindicados, en el caso de verse lesionados, dentro de ese Estado de derecho. Pues bien, parece que la realidad es muy otra. Ni los reivindicantes lo acatan ni la Policía lo controla.

No es de recibo que los mineros, por muchas razones que ellos crean tener, traten de reclamar sus derechos de la manera tan brutal y con lesión de los derechos de casi todos los demás ciudadanos. Con ello pierden totalmente las pocas o muchas razones que pudieran tener.

Los problemas se solucionan en los despachos, en las reuniones, en el diálogo, en el Parlamento. Y si esto falla, en los tribunales; pero parece ser que a las fuerzas sindicales esto no les vale, ellos parece que sólo quieren la algarada, el desorden, el caos, el desbarajuste, la anarquía.

Señores sindicalistas: usen sólo las armas que la legalidad les permite, lo demás es policialmente perseguible porque está fuera de la ley.

Señores mineros: por mucha razón que ustedes crean tener en sus reclamaciones, no es de recibo lo que ustedes están haciendo. No pueden ustedes acogotar a toda una región en el más absoluto de los desastres. No está «el horno para bollos». Todos sufrimos la crisis que ustedes, con su actitud, nos están agravando. Así tendrán menos posibilidades de conseguir lo que reivindican. ¿Por qué no hacen una huelga a la japonesa? Ese podía ser un camino. No sé si la solución, pero estoy seguro de que infinitamente mejor que el único que ustedes saben seguir y que inexorablemente conduce al desastre.

Señor delegado del Gobierno: como Jefe Superior de la Policía, ejerza usted sus funciones, que son deberes. Haga que la ley sea respetada. Para eso, entre otras cosas, pagamos los impuestos los ciudadanos. No tengamos que decir, a la vuelta de cuatro días que, estos lodos vienen de aquellos polvos. Basta ya. No represión despótica, no. Summum ius, summa iniuria». Solo, simple y llanamente, aplicación de la ley.

Santiago Iglesias Vincelle, Oviedo

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