La voz de Bigoles...

Estimado amigo José Luis: la noticia inesperada de tu fallecimiento me ha dejado sorprendido y mudo... Tengo grabada tu voz en el teléfono del día 24 de mayo, cuando, desde Cádiz, me llamaste dejándome el mensaje: que te encontrabas en la «tacita de plata» en un congreso de asuntos laborales, como siempre, y que habías visto en la televisión un reportaje sobre mi pueblo, Matagalpa, y que tu próximo destino de visita, era la de Rubén de Nicaragua, y que después de llegar a Oviedo «de todo eso hablaremos». Encuentro que ahora es perpetuamente imposible... La funeral noticia vino por la voz de un común amigo, José Antonio Coppen, y tras oírlo de inmediato subí hasta Los Arenales, donde estaban entristecidos tus familiares, desconsolados, al lado de un ataúd –donde se guardaban tus restos– orlado de ramos de flores, ramos recordatorios de tu amada esposa e hijos... Y una vez dado el consolador pésame, bajando del cementerio, vino a mi recuerdo el escrito de presentación que había hecho para cuando en el Centro Asturiano de Madrid te iba a ser entregada, merecidamente, la distinción superior de la ¡«Manzana de oro»!, acto para el que solicitaras, para tu presentación, mi presencia, que no pudo complacer por motivos de salud y que por eso te dejara anticipadamente en tu despacho el escrito que no supe si lo llegaste a leer; por eso, mi fraterno amigo, nuevamente te lo escribo para que lo leas desde donde estés, desde donde estarás con Dios, por lo buena persona que eras, seguramente:

«Permítaseme, con la lectura de este escrito, empezar manifestando la gran pena que me da por no poder acompañar personalmente, por inesperados motivos, a la justa premiación que se le hace a una de las personas que siempre ha gozado de una especial consideración y reconocimiento por mi parte, desde hace más de treinta años, y a quien agradezco de manera cordial que me haya escogido para hacer su presentación, habiendo otras personas, no lo dudo, más dignas de cumplir tal misión, pero que, al fin y al cabo, el mundial laboralista José Luis García-Bigoles, a todas luces, de presentación no necesita... No obstante (aunque me gusta más hablar sin papeles escritos), permítaseme felicitar al Centro Asturiano de Madrid por haberle otorgado en este año, nada menos que el más alto premio que dicha prestigiosa institución, a personalidades muy reconocidas, suele dar. Y es que bien lo merece un humilde hijo de Proaza, por las brañas de Quirós, orgullo de ese lar que lo vio nacer, o Malvedo que desde la más tierna infancia lo viera crecer y trabajar en labores múltiples y rústicas, pero que ahora su nombre prestigia y honra al Derecho Laboral, al llegar a ser una referencia en lo profesional.

»Por ello, muchas distinciones ha tenido también en diversos países de América, honrando sobradamente su asturiana condición. Biográficamente su vida es digna de ser novelada por un García (otro García) Márquez, Carlos Fuentes, mexicano, o el mismísimo, si viviera, Palacio Valdés, universal lavianés, por sus personales sacrificios para trabajar y estudiar, para llegar a ser un día un sobresaliente Graduado Social. Por eso, con sobrada razón un día de premiación y distinciones de la Laboral 2000 en el Paraninfo ovetense de nuestra Universidad, el Excelentísimo Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Principado de Asturias, prestigioso praviano, don Ignacio Vidau Argüelles, nieto del Dr. José Argüelles, médico de Rubén, públicamente llegara a decir: José Luis García Bigoles, con su modo de ser profesional y amistad, que se da a la sociedad, es un caso excepcional...

»En todos los ámbitos, pues, donde se proclama el Derecho Laboral, el nombre de Bigoles (así lo conoce todo dios), cada día más suele brillar; por algo es Presidente de la Asociación Internacional de Expertos en Derecho del Trabajo «Profesor Alonso Olea», así como de Laboral 2000 y en el Principado director de Asturias Social, enciclopédica revista para saber y consultar. Cuya divisa nos recuerda el Prólogo de la Primera Edición del Derecho del Trabajo, en el año de 1970 publicada en Madrid por el eximio Catedrático Profesor Alonso Olea, Manuel, a quien hace medio siglo servidor su mano llegara a estrechar. Quien nos ilustra de lo cambiante de la ciencia laboral, donde confluyen de siempre el patrono, el Estado, el trabajador...

»Muy tuya es la ¡«Manzana de oro»!... José Luis, que seguro la sabrás conservar. Sabemos que tu corazón, como nunca, en la capital de las Españas, partiendo del 20 de abril, día de la concesión, se halla completamente radiante, feliz, y quienes te apreciamos de veras, ¡también!».

Heradio González Cano, Oviedo