La Nueva España » Cartas de los lectores » ... Y la Iglesia guarda silencio

... Y la Iglesia guarda silencio

16 de Junio del 2012 - Conchita Valdés Menéndez (Mieres del Camino)

Señor presidente de la Conferencia Episcopal Española de la Real Academia de Ciencias Morales, cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Rouco Varela:

Desde la más profunda lealtad, respeto, confianza y fe en la Iglesia católica y hacia su persona, como máxima autoridad eclesial de la misma en España, me declaro cristiana creyente y activa en la base, desde una comunidad parroquial. Me veo en la obligatoria necesidad de compartir con usted y mis hermanos en la fe las inquietudes y angustias de millares de españoles víctimas de la violencia y agresión social, política y económica que azota a nuestro país desde hace tiempo. De manera especial una vez instalado en el Gobierno el señor Rajoy, sostenido políticamente por el Partido Popular, lícita y legalmente ganador con mayoría absoluta en las últimas elecciones legislativas (donde el pueblo le dio su confianza para gobernar en solitario), pero que está haciendo todo lo contrario a lo que dijo en la campaña electoral.

Leo en «Esta Hora» (semanario del Arzobispado de Oviedo), en fecha 17 mayo 2012, una carta del señor arzobispo don Jesús Sanz Montes titulada «Paz y bien». Dice: «El deber de amar es revolucionario».

Las malas noticias nos persiguen cada día, al coger la prensa u oír y ver los informativos nos enteramos de nuevos despidos, de más cierres de empresas, de más tijeretazos, de que la crisis avanza como un huracán que todo lo arrasa y un verdugo que nos tortura cada vez más. Miles de personas sin vivienda, durmiendo en la calle; familias sin ingresos, inmigrantes privados de sus derechos, se nos anuncia copago sanitario incluso para los pensionistas, los recortes y masificación en la enseñanza... ¿Volveremos los españoles a ser analfabetos? ¿Volveremos a tener «carreras» sólo para los hijos de los ricos? ¿Volveremos a ver las calles y plazas llenas de hombres, mujeres y niños pidiendo limosna? ¿Qué pasará con el salario social, las residencias de ancianos, las casas de acogida para los niños abandonados y con las ayudas a la dependencia? ¿Qué pasará con los españoles de a pie, aquellos que no tenemos más que nuestro trabajo o pensión y nuestro esfuerzo personal para seguir viviendo de una manera justa y digna, como consagran nuestra Constitución y los estatutos de autonomía?

Y la Iglesia sigue callando, guardando un vergonzoso y vergonzante silencio. Si «el deber de amar es revolucionario», ¿dónde está la voz de la Iglesia profética, de la Iglesia que denuncia, de la Iglesia que demanda y exige justicia para todos, como dice el salmo «Dios demanda justicia para todas las naciones»?

¿Dónde estamos los cristianos, los creyentes en Cristo crucificado, en el Jesús resucitado, en Aquel que nos dejó un proyecto de vida y de salvación: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado»? Dijo «como yo os he amado», no «como tú quieres amar»..., eso sería trampa y el Señor no nos engañó. Por eso, profetizar, anunciar, rebelarse, gritar..., no guardar silencio, es fruto del amor con el que el Señor nos amó.

La Iglesia, señor Rouco, no puede ser la cofradía de los ausentes. Salgamos a la calle, unámonos a nuestros hermanos, no queramos ser peores. Cristo andaba entre los leprosos, los pobres desgraciados. Que no tengamos que oír de nuevo al Señor decirnos: «¿Qué hacéis ahí parados mirando al cielo?». Mirad a la tierra, poned los pies en el suelo... «Os envío como el Padre a mí me envió», «id y predicad la Buena Nueva».

La pobreza engendra pobreza. La miseria, miseria y desesperación. No hablemos de Dios al hambriento, no nos escuchará. Primero seamos justos, no «caritativos», sino solidarios.

Señor cardenal, su voz es una voz autorizada, hable con la Iglesia y en la calle. Denuncie la situación, condénela por injusta y cruel. Que todas las diócesis y parroquias den la voz de alarma, sitúen el problema donde está: en la usura, el afán de riqueza de la gran banca y del gran capital, en las reglas internacionales neocapitalistas... «No se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero». El problema está en las multinacionales, en la clase política corrompida a gran escala, en la pérdida de valores cristianos, en la descristianización e hipocresía de nuestra sociedad.

No tenga miedo, señor presidente de la Conferencia Episcopal Española. No salga a la prensa sólo para denunciar el «sexto mandamiento» o cuando tocan los dineros de la Iglesia al reclamar el IBI. Hay pecados más graves de los que la jerarquía denuncia con excesiva recurrencia. Muéstrenos una Iglesia evangelizadora, profética. Denuncie y rebélese como Cristo cuando echó a los mercaderes del templo. Cogió el látigo y tiró al suelo las mesas de los cambistas. Denos pautas de comportamiento cristiano. Que veamos con claridad que para predicar la Buena Nueva hay que estar comprometidos con Cristo y con los hombres.

¡Hable, por favor, por Cristo! No más silencio... ¡Hable!

Transcribo literalmente un párrafo de la carta del arzobispo de Oviedo, citada anteriormente: «Porque deseamos no quedarnos mirando al cielo para evadirnos del compromiso que tenemos delante, es por lo que tenemos un deber de amor que cumplir, un deber que nos nace deudos de aquellos más desfavorecidos».

Cartas

Número de cartas: 46117

Número de cartas en Octubre: 55

Tribunas

Número de tribunas: 2088

Número de tribunas en Octubre: 2

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador