Flashes de la quincena
- Como hace días reclamaba en este mismo foro que los primeros que tenían que recortarse a sí mismos eran los políticos, ahora no puedo por menos que alabar la decisión de la presidenta madrileña, señora Aguirre, de reducir el número de diputados de aquella comunidad autónoma. La malhadada crisis parece que ha generado en el país una nueva versión de «guerracivilismo», pues cada gremio clama porque no se recorte de lo suyo, lo cual, aunque no se manifieste explícitamente, es tanto como pedir implícitamente que se les recorte a los demás. Por eso es de alabar la propuesta de doña Esperanza, aunque algunos dirán que no deja de ser el chocolate del loro, pero quienes tienen tiempo y humor para hacer esos cálculos dicen que, si prescindimos de todos los políticos prescindibles, el país ahorraría en «chocolate» veintiocho mil millones de euros al año. ¡Toma chocolate! Para decirlo todo, la señora Aguirre aprovechó la paletada de cal para dar otra de arena, al incluir en el mismo pack un nuevo recorte a los sufridos funcionarios. Muy taimada la señora Aguirre, pero, en fin, algo es algo.
- De la actualidad internacional se me ocurre destacar la enésima matanza de cristianos en Nigeria. Por allí campa a sus anchas una secta islamita, Boko Aram, que en los últimos tres años ha asesinado ya a más de mil cristianos. Si la noticia fuese al revés y los asesinos fuesen los cristianos, aparecería en todos los telediarios, pero, como las cosas son como son, hay que recurrir a internet para enterarse. Así funcionan nuestras peculiares televisiones.
- Del panorama regional me quedo con la curiosa noticia de que la Corporación de Carreño decidió hace días no invitar a sus actos oficiales al Arzobispo por unas declaraciones en la prensa. ¡Ja, ja! Me recuerda algo parecido que ocurrió hace años en un municipio del occidente asturiano, cuyos ediles tuvieron la ocurrencia de declarar «persona non grata» nada menos que al Presidente americano Reegan. Lo siento por los munícipes de Carreño, pero sospecho que don Jesús irá a las parroquias de dicho concejo cuando lo considere oportuno y/o cuando le llamen y, si no puede acudir a los actos oficiales municipales durante los cuatro años que gobiernen ellos, pues se quedará tan feliz en su casa. ¡Menudo problema! En fin, ya decía Napoleón que de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso.
-Adivina, adivinanza: ¡qué conocido sindicalista no tiene tampoco muy claros los límites entre lo sublime y lo ridículo? Te doy algunas pistas: nuestro «héroe» dijo en su día que tendrían que pasar por encima de su cadáver para cerrar un solo pozo de Hunosa. ¡Ja, ja! Formó parte de las ejecutivas regional y nacional del PSOE mientras se iban cerrando «taitantos» pozos de Hunosa. ¡Ja, ja! Poco antes de entrar en la Ejecutiva presidida por Felipe González había enarbolado en un mitin en Gijón una gran pancarta que decía «marxismo sí, ‘felipismo’ no». ¡Ja, ja! En un arrebato de sinceridad afirmó recientemente que llevaba muchos años en el «negocio». ¡Ja, ja! Hay que reírse para no llorar. Si acertaste con la primera pista, sobresaliente. Si lo hiciste a la segunda, notable. Si diste en el clavo a la tercera, un seis. Si tuviste que leer la cuarta, un simple aprobado. Si todavía no te da cuenta, aterriza cuando puedas.
- Hablando de sindicalistas, me uno a los defensores de la permanencia de la Fábrica de La Vega en Oviedo. Todos llevamos un pacifista dentro, pero de momento no vivimos en el Paraíso: desgraciadamente el Estado necesita defensa y las armas se tienen que fabricar en algún sitio. Si ese sitio es nuestra ciudad y si muchos trabajadores de la fábrica vivieron o viven en este barrio, con más razón hay que apoyarles. Eso sí, para defender la causa no hace falta lanzar voladores contra los servidores del orden público, como hicieron algunos: el legítimo derecho a defender el cocido propio no incluye el derecho a poner en grave peligro la vida de conciudadanos que están cumpliendo con su deber. Un poco de por favor, «porfa».
José Manuel Fueyo Méndez, párroco de Nuestra Señora de Covadonga, Oviedo
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