Sin ganas

30 de Junio del 2012 - Elena Delgado Bravo (Oviedo)

Parece increíble lo que el desánimo puede llegar a producir en una persona....

Vivimos tiempos difíciles en los que vuelven a aflorar nuestros más primitivos instintos animales. La lucha por la supervivencia parece el exponente más común de nuestros haberes. La decadencia económica hace que, cada vez más, se pongan de manifiesto nuestras carencias.

Hasta la tan odiada crisis, vivíamos en un mundo atestado de banalidades, donde los lazos humanos parecían haber quedado relegados a bonitas leyendas de la antigüedad, algo así como historias de príncipes y princesas. Pero cuando la necesidad acecha es cuando realmente podemos llegar a ser conscientes de las cosas que verdaderamente importan; de todo el tiempo que hemos malgastado en insulsas preocupaciones o en vanagloriarnos de los pares de zapatos, coches o propiedades que guardábamos en nuestro haber.

Creo que podría ser ciertamente enriquecedor que todos y cada uno de nosotros aprendiéramos a valorar de forma realista aquello que tenemos, y para ello e intrínsecamente ligada, está «la necesidad de pasar necesidad» que no es más que aquella que, llevando al límite nuestra racionalidad, nos hace darnos cuenta de lo que es realmente importante en la vida.

La crisis está poniendo entre las cuerdas a infinidad de núcleos familiares que realmente se las ven y se las desean para llegar a fin de mes con un plato de comida en la mesa; por ello que cuando me hablan de la crisis de los ricos me avergüenzo de la calaña que podemos llegar a ser cuando se nos plastifica el alma. Si llenamos nuestra vida de cosas, jamás podremos llegar a ser capaces siquiera de atisbar el sentido de nuestra existencia.

Nos diferenciamos de los animales en nuestra capacidad racional, (¿creen ustedes realmente que todos nosotros la poseemos o formará parte de la teoría evolutiva el dejar de lado nuestros sentimientos y nuestro raciocinio?). Teorías filosóficas aparte, el motivo de este texto no es otro que animar a todas las personas que como yo, se sienten desganadas ante tanta desfachatez. Que todos y cada uno de nosotros hagamos de esta situación un recesivo para cambiar esta sociedad materialista y no regocijarnos en la desgracia. Si, es cierto que es verdaderamente difícil levantarse cada día para ir a trabajar por un mísero sueldo que la gran mayoría emplearemos para simplemente subsistir mientras somos conocedores de la existencia de personajillos, por no decir chorizos, que se enriquecieron a nuestra costa con mentiras y chanchullos que incluso se acercan peligrosamente a la corona... Pero díganme una cosa ¿no es mucho más placentero levantarse cada día con la conciencia tranquila y con la satisfacción de estar haciendo lo correcto o de al menos intentarlo?

Soy de esas personas que creen en lo que hacen y que siempre encuentran un recesivo al que aferrarse para luchar por ello. Rendirse sería lo fácil.

Creo que la verdadera felicidad reside en eso. Cuando logras un objetivo por el que has sudado te invade una sensación que no es ni tan siquiera equiparable a lo fácilmente obtenido. Y al fin y al cabo la vida no es más que eso, una cadena de vivencias y sensaciones. Escoger el camino más asequible puede parecer atractivo, pero es como atravesar una autopista, simplemente llegas al destino. Pero cuando tu mismo te conviertes en protagonista y el en el encargado de ir abriendo camino, es cuando la llegada resulta realmente dulce.

Las ganas no son más que una ilusión que expide nuestra mente, y sólo nosotros somos capaces de controlarla. Por ello les pido a todas las mentes despiertas que no se dejen invadir por la pereza y el sopor que resulta al ver cada día las noticias económicas, que se dejen guiar por su fuero interno, por los objetivos a los que realmente desean satisfacer; porque si algo se desea realmente con la cabeza y el corazón, finalmente acaba pro conseguirse.

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