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Rescate o préstamo, una pesadilla

30 de Junio del 2012 - José Antonio Gutiérrez González (Piedras Blancas)

Años atrás, José Luis Rodríguez Zapatero huía de la palabra crisis como alma que lleva el diablo y, claro, los demonios le llevaron a él, a su partido y al país entero. Actualmente, Mariano Rajoy trata de escapar de la palabra rescate, sin importarle para rayar en lo sorprendente o en lo grotesco.

El presidente del Gobierno no salió a la palestra el pasado sábado, día 9, pero sí lo hizo su ministro de Economía, que llevaba la lección muy bien aprendida sobre la concesión de 100.000 millones de euros. «Esto no tiene nada que ver con un rescate, es una ayuda en condiciones muy ventajosas», declaró. Pero, se mire por donde se mire, lo nuestro es un rescate. No como los de Grecia, Irlanda y Portugal, pero rescate al fin y al cabo. Y de que la banca pagará caro la mano que la están echando desde Europa, no tenemos duda alguna. Como tampoco hay duda –y menos aún, diría yo– de que la factura llegará a los deteriorados bolsillos de los españoles, más pronto que tarde. Los rescates los carga el diablo que, como todos sabemos, siempre gusta de esconderse en la letra pequeña. Y así será una vez más. Seguro.

Con el lenguaje eufemístico de los políticos y en ausencia, como digo, del presidente Rajoy, el ministro De Guindos, en la citada comparecencia, añadió: «Se ha arreglado el problema de la banca; alégrense y no se preocupen por nada». Pero claro que hay, señor ministro, motivos de preocupación. Pues nadie presta 100.000 millones a cambio de nada. Y nadie puede abonarlos si no los ingresa previamente. Desengañémonos: nos tocará pagar incluso por partida doble.

Qué poco dura la alegría en casa del pobre. Apenas unas horas en el caso de España. Esa fue la tregua que hace unos días le brindaron los mercados a la célebre prima de riesgo que, con rescate y todo, no se baja de las alturas.

Como es sabido, la prima de riesgo es el mecanismo que manejan y manipulan los mercados de capitales para evaluar el estado de robustez o debilidad de la economía de un país, desde la perspectiva financiera a corto plazo.

A juzgar por lo que pasó el lunes día 11 –la prima de riesgo superó los 520 puntos y el Ibex 35 retrocedió medio punto–, los inversores tienen dudas y exigen más y mejor información sobre las condiciones de la operación de rescate a la banca a través del FROB.

Un auténtico baño de realidad para el Gobierno de Rajoy. No vaya a ser que se le hubiera pasado por la cabeza que esto se había terminado. Queda aún mucha tela que cortar. Cien mil millones más de deuda para un país en recesión no son ninguna cuestión baladí.

La presión de los mercados sobre España no da respiro. Ahora «Moody’s», esa agencia que más bien parece de descalificación, sitúa nuestra deuda soberana a un paso del bono basura y, por si fuera poco, ciertos dirigentes de la oposición se despachan con unas declaraciones que no hacen más que sembrar dudas e inestabilidad cuando menos falta hace. Además, ¿acaso España no ha sido siempre un país fiel cumplidor de sus compromisos internacionales?

Tal vez ha llegado el momento de que Europa comience a replantearse algunas cosas más en serio. No puede ser que esa quimera llamada mercados imponga su ley por encima del bien y del mal.

Concluyendo, creemos firmemente que Europa necesita una fuerte y sonora sacudida para despertar. Lo infame, lo injusto, sería que esa convulsión fuese originada por el hundimiento de España.

José Antonio Gutiérrez González, Piedras Blancas

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