Julio Estrada, ejemplo de vida
Se nos ha ido Julio Estrada y no me resulta sencillo definir su acusada personalidad.
Nacido en el pueblo del Rosellón, en el concejo de Siero, ya desde niño apuntaba un sentido especial para la música.
Iba hasta el vecino pueblo de Saús, andando con su acordeón para aprender a tocar.
En los años 40 la vida no era sencilla y comenzó a trabajar en Mosquitera. Hay gente que lo recuerda con un carro y una mula cuando iba a buscar material de Ciaño.
En los años 60 comienza a estudiar electrónica y se convierte en un gran técnico. Comienza a trabajar en la incipiente UNINSA en Gijón y forma parte de orquestas de la época. Podríamos decir que era el típico hombre hecho a sí mismo. En 1969 el cura don Hilario le propone dirigir el coro parroquial Nuestra Señora del Amparo de Tuilla en Langreo. Se compromete y junto a decenas de personas, fundamentalmente jóvenes que comparten afición, llevan por los escenarios y parroquias asturianas el nombre del pueblo con orgullo y con numerosos reconocimientos.
El 11 de diciembre de 1978 fallece en Nicaragua Gaspar García Laviana, el sacerdote asturiano que se unió al Frente Sandinista para luchar contra la dictadura de Anastasio Somoza. Se le pide permiso a la familia y el coro pasa a denominarse Cantoría Gaspar García Laviana. Las actuaciones se incrementan. La Misa Campesina Nicaragüense y la Misa Criolla Argentina pasan a formar parte del repertorio de grupo.
Julio adapta las canciones y los ritmos a las voces del grupo y con una paciencia infinita para los ensayos se consigue que los éxitos vayan en aumento.
En el plano humano, Julio era un hombre comprometido, lo conocen bien en la asociación de padres del Sanatorio Marítimo de Gijón y en la Asociación de Vecinos de Tuilla. Pero sobre todo sus amigos que lo fuimos y muchos.
Nunca le negó un favor a nadie. Cuando alguien se le acercaba siempre le transmitía la generosidad, el consejo adecuado, la palabra certera y justa. No conozco a nadie que tuviera una decepción de Julio. ¡Nadie!
En diciembre de 2003, en el 25 aniversario de la muerte de Gaspar García Laviana, Julio recordaba su figura.
Se honraba de haber sido su amigo y lo definió como un ejemplo de vida. Sin duda que Gaspar lo fue para los vecinos de San Juan del Sur y Tola en su querida Nicaragua. Y Julio lo fue para todos los gijoneses, langreanos y para todos los que quisimos formar parte de su vida y fuimos admitidos con gran honor por nuestra parte. Lo saben bien su mujer, Ramonita, y sus hijos, Marta y Julín, siempre al lado de su padre (como dos almas juntas e inseparables).
Portaba un crucifijo como eterna compañía. Es el jefe, decía, estoy en sus manos. Siempre fue un cristiano practicante.
El día 8 de junio nos vimos por última vez en el Sanatorio Adaro de Sama. Sacaste fuerzas para poder estrecharme la mano y decir: gracias.
Las gracias te las damos los que tuvimos la suerte de disfrutar y compartir tu ejemplo de vida.
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